APPETENCE •°Drakey°•

9

Sentados en la mesa de la suite, uno de los trabajadores del hotel le trajo el desayuno, Draken había salido de la cama para recogerlo, después de eso Mikey había despertado, llendo de manera automática a la mesa y después de algunos minutos de procesar lo que ocurría a su alrededor, se quedó mirando cualquier otro lado y no a su vice comandante.

—No fue producto de alguna droga....— murmuró sin creer que delante de ella está el hombre, ese que le hace sentir centenares de cosas que la abarcan, consumiendo sus acciones por qué no tiene ni la menor idea de cómo expresarla en palabras.

—¿Te estás drogando?

—¿Qué?

—¿Tengo que llevarte a alguna sociedad anónima para los adictos?

—¿De que mierda estás hablando? ¡Me mandas un simple mensaje, me dices que no me quieres ver de vuelta en tu vida y ahora ¿Te preocupas por mi?!

—¡¿Cuando yo dije que no te quería ver en mi vida? ¿Cuando no me he preocupado por ti?!

Se paró, dispuesta a huir de la habitación y no encarar a Draken, prefiere vivir como que nada paso, e ignorar este momento.

—¡Emma me dijo que fuiste a mi casa a decirle que no me querías en tu vida, que solo estorbo en tu felicidad, que- Draken la tomo fuerte de su mano atrapandola para que no saliera huyendo, tomando el control, poniéndola contra la pared y él, sin lastimarla.

—Me conoces desde que somos niños, que parte de "mi vida gira alrededor de tí" o "te amo" no entiendes— Argumento, observando como se refleja en los ojos de Mikey, podía verla temblar.—¿Por qué es tan difícil para ti aceptar que te amo?— Indagó.

Manjiro sintió que se quedó sin aire, la confesión nuevamente la toma desprevenida y no hay lugar al que pueda huir, está encerrada entre la pared, el cuerpo de Ken.

—yo no puedo

—¿Planeas sacrificar tu felicidad por ella?

—¿Por que es tan difícil para ti aceptar que es mi hermana y busco su felicidad?— respondió mirándolo al rostro, temblando por dentro, sintiendo que se derrumba ante esa mirada dominante y peligrosa.

—Bien— Draken se quedó callado, no había manera hacer que retrocediera ante sus ideales, no sabe que le duele más, que lo obligue a estar con Emma aún sabiendo que ya no tiene sentimientos por ella o que no piense en él en lo absoluto. —Te pido que me destituyas de ser tu vice comandante, que me saques de la Toman o desertaré y me convertiré en un traidor

Dejo de acorralar a la menor, era mejor que se fuera, se alejo, y camino en dirección a la puerta, si sus conversaciones, discusiones e interacciones terminarán así, no hubiera vuelto, se ve que Takashi hacia un buen trabajo como la nueva mano derecha de Mikey. La pandilla dejo de ser lo qué era para volverse una corporación o  "mafia"

—¿Me dejaras?

—Tus ideales y los míos ya no son los mismos, ya no coincidimos en nada Mikey.

Abrió la puerta, a pocos pasos de irse pero, el golpe detrás suyo y las manos en su abdomen, que se lo impiden, se queda quieto, aún con la mano en el pomo.

—Te daré cualquier cosa, solo quédate— pudo escuchar su voz quebrada. Probablemente esté aguantando las ganas de llorar lo suficiente como para seguir hablando.—No te vayas, te daré lo que quieras pero, no me dejes Ken-chin.

Draken cerró la puerta, tomo de las manos a la fémina, para dar una vuelta, no bajo su mirada, si lo hace, cederá a ella y es algo que no se puede permitir.

—No aceptaré nada y no me quedaré, suéltame antes de que te lastimes

—Ken-chin, si puedo, yo

—¿Que me darás?

—¿Que?— la pregunta descolocó a la ojiazabache, ella esperaba a que Draken cediera, o que diera sus demandas, para así quedar como antes o algo así, ya no tiene ni idea como se relacionaran de aquí a adelante

—¿Que me vas a dar para quedarme?— no recibió respuesta, seguía tomando las manos de la ceniza, sintiendo como tiembla entre sus dedos.—Sabes lo que quiero.

Esas palabras, hicieron que cerrara sus ojos con fuerza aún sin mirarlo, sabiendo a qué se refiere, no puede entregarle su corazón, no tiene permitido el lastimar a su hermana. ¿Que podía darle?

—No...

—Bien, suéltame.

—Entonces concédeme un-

—No, eso sucedió hace un mes, ya no hay últimos deseos— sintió como lo brazos se apresan alrededor de su cintura, haciéndose fuerte, notando que no lo soltará por las buenas.—Sueltame— ordenó empezando a forcejear para aflojar ese abrazo, no era muy duro por qué terminaría lastimandola.

—¡Mi cuerpo! ¡Te daré mi cuerpo!— Manjiro miro hacia arriba, conectando el negro azabache con el negro carbón.
Era lo único que podía ofrecerle a Draken, lo único bueno que podía darle.

—Yo no quiero tu cuerpo.....—Estaba enojado, al inicio no quería hacerlo con él por qué tenía sentimientos por su persona y se sentíria utilizada, ahora es capaz de darle su cuerpo con tal de que se quede, sacrificaría su integridad, por una mala hermana que no piensa en ella. —¡Con una mierda ya suéltame Manjiro!

—Ken-chin por favor, no te vayas, quedaté....— habían lágrimas callendo rondando por su rostro, podía notar el rastro salado acentuarse en la blanca piel de su rostro. Draken paso sus manos, por el pequeño rostro limpiando la gotas saladas, evitando que irriten la delicada piel de ese bonita cara.

—Me quedaré...— Sí Manjiro no podía pensar en él y en lo que desea, impondrá sus límites, deseos, será igual de egoísta que ella. Puso su mano sobre la cara para alejarla por completo, una vez que Manjiro estuvo lejos de él, tomo el pomo de la puerta.— no te quiero ver la cara nuevamente a solas y está vez, te lo digo de verdad, no es una mentira de Emma— le dió la espalda.—Si estamos en el mismo lugar, no esperes a que te dirija la palabra, somos socios, no amigos.

—ken-ch-

—Me voy, hasta la próxima reunión

La puerta se cerró, dejando a la rubia ceniza, caer al piso, incapaz de soltar algunas palabras, solo sonidos incoherentes entre gemido y sollozos, uno que otro grito bajó.

Draken se quedó pero, ¿A qué costo? Ahora sí comienza a odiarla, juro que jamás llegaría ése momento, que tonto fue pensar que retener a alguien en contra de su voluntad dejaría las cosas como antes, obviamente ahora son peores.

Desea que la próxima reunión de la Toman no llegue, no podrá soportar ser tratada como una desconocida o con palabras y expresiones falsas.