Stay Alive [Senku Ishigami]

01. Recuerdos de una vida pasada [Parte 1]

Las lágrimas acompañaban mi voz quebrada, tenía una ultima cosa que quería decirle— Perdón Senku, no podré acompañarte a la Luna. Perdón… te quiero… —corté la grabación de voz mientras ahogaba un quejido. El mensaje se enviaría a Senku.
 

Mis sollozos se mezclaban con el sonido de la ventisca mañanera, ya no soportaba más, lo había perdido todo. Siento que mi existencia en ese mundo es un agujero negro que absorbe todo a su paso y que nunca estará satisfecho. Por eso mismo había llegado a la terraza de este edificio abandonado, el lugar donde alguna vez trabajó papá. Quería llevarme mis lamentos sin arrastrar a nadie más en a ellos, no quería que Senku se desviara de sus ideales para cuidarme, lo conozco. Aunque no lo admita sé que se preocupa por mi.
 

Al ubicarme en la orilla miré con admiración la ciudad, era increíblemente hermosa, era todo lo contrario de cómo me veía. La manera en la que los edificios reflejaban los rayos de sol era llamativa y atesoraría esa vista en lo que me queda de vida. Me saqué mis zapatos y acomodé mi celular a un lado de ellos. Miré mi mano, tenía el anillo que me regaló mi hermano para mi cumpleaños, el último recuerdo que tengo de él y planeo llevármelo conmigo.
 

Antes de saltar coloqué el anillo en mi boca y me giré dándole la espalda al vacío. Miré la aún carbonizada puerta de la azotea y cerré mis ojos, prefería quedarme con la vista de los edificios a recordar el incidente que hubo ahí.
 

—Adiós… —murmuré al viento mientras me dejaba caer.
 

¿Han escuchado que cuando estás a punto de morir recuerdas toda tu vida? Yo no creía en eso hasta ahora, todo lo que había vivido hasta ese entonces golpeó con fuerza mi cabeza, la gran mayoría de estas memorias eran amargas o tristes, recordé mi familia, la que era antes de perder a papá. Recordé a Senku, me gustaba su cabello aunque este pareciera retar a todas las leyes de la física. También pensé en el señor Byakuya, él se volvió otro padre para mi.
 

Mientras mi cuerpo seguía cayendo sentía el tiempo ir más lento, mucho más lento. Mis últimos recuerdos eran una pelea con Senku y el cuerpo inerte de Shōta en una camilla de hospital, mis lágrimas fluyeron con más fuerza y apreté los dientes. Hasta que de repente esos recuerdos pararon y se cambiaron por la vista de la ciudad que vi hace segundos. Entonces lo supe, pronto chocharía contra el suelo.
 

No me quedó de otra que cerrar los ojos con fuerza y esperar. Cuando toqué la acera el impacto fue menos doloroso de lo que creí. Volví a abrir los ojos con pesadez, mi visión era borrosa, escuchaba un pitido y no podía mover para nada mi cuerpo.
 

 Sentía que poco a poco me desvanecía, el frío empezaba a apoderarse de mi cuerpo y mi ya dificultosa respiración empeoraba. Iba a cerrar nuevamente mis ojos pero a lo lejos pude observar una luz verdosa, cuando parpadee todo era negro, no sé si porque al fin había muerto o por culpa de esa luz. No tengo ni idea, pero ya no importa. Sea lo que sea esto, la muerte, un limbo o el mismísimo infierno, no me importaba.
 

Al cabo de un raro intenté escuchar algo más que no sean mis propios pensamientos pero no podía, incluso aquel pitido exasperante había desaparecido. Intenté hablar pero tampoco pude, incluso moverme era imposible. ¿Qué no se supone que en el limbo vagas eternamente?
 

Finalmente lo que me temía ocurrió, mi mente comenzó a devorarme. Recueros, anhelos, voces, todo se reproducía bruscamente en mi cabeza. Si pudiera moverme me hubiese golpeado a mi misma a ver si lograba dejarme inconsciente
 

—________ —reconocería esa voz al instante, siempre me sacaba de mis divagaciones—. No puedes seguir tomando mis libros de medicina sin mi permiso.
 

—Perdón —murmuré a la par de ese recuerdo, era bonito. Decidí callarme para entenderlo mejor— ya los leí todos, te los devuelvo —me recosté en su cama con la intención de dormir ahí un rato— ¿Qué tal tus clases chico listo? —hice una voz muy exagerada con la intención de molestarlo.