16. Mirai

104 20 3
                                    

La caminata era larga, iba en silencio a un lado de Senku. Escuchaba los pasos de los demás detrás de nosotros pero yo simplemente me tocaba el pecho cerca del corazón.

La extraña sensación no se iba, mordía mi labio inquieta. Cuando a fin habíamos llegado al lugar donde se supone estaba el hospital notaron que este era imposible de cavar.

Senku resolvió ese problema haciendo una enorme explosión en la piedra con ayuda de la dinamita. Al haber sido removida la roca empezamos a cavar mientras el cielo se oscurecía.

En algún momento de la noche Taiju me llamó en silencio, confundida caminé hacia él hasta que pude ver lo que escondía cerca de un bulto de tierra.

Era la estatua de Shōta. Mi hermano estaba ahí, tan cerca y tan lejos. En silencio me acerqué al cuerpo de piedra y lo tomé entre mis manos. Mordí mi labio ahogando un grito desesperado.

Las lágrimas no paraban de caer y miré a Senku y Tsukasa a lo lejos. Intenté levantarme y volví a Satoru, una duda caló en mi cabeza, ¿cuánto poder tenía la petrificación? Senku tenía un fragmento petrificado cuando “murió y revivió”. Mi hermano murió, incluso horas antes de la petrificación.  Aun si Senku me dijo que había la posibilidad...

¿Valía la pena arruinar el momento de Tsukasa por una pequeña esperanza?

Lo busqué con la vista y solo encontré su espalda, cavaba desesperado esperando encontrar algo entre la tierra. Hice una línea recta con mis labios y regresé al rostro de mi hermano.

«—La paciencia es una virtud ________. A veces no hay que ser egoístas y solo debemos esperar nuestro momento, todos tenemos uno, solo hay que...»

—Esperar… —murmuré completando la frase.

La voz de mi hermano había resonado en mi cabeza, escuché las palabras que alguna vez me dijo cuando hubo un campeonato.

Recuerdo que ese día había regresado llorando frustrada a casa, no me habían dejado participar en un partido de básquet por el cual me había esforzado tanto en entrenar.

Luego de eso logró calmarme, y al final había tenido razón. En el siguiente partido pude entrar a jugar y habíamos ganado. Ese día Shōta fue a verme y lo vi haciéndome barra desde el público totalmente emocionado y orgulloso. Sonreí nostálgica aún con grandes lágrimas cayendo por mis mejillas y abrazando la estatua fría, esperando que mágicamente su cuerpo reaccione y me regrese al abrazo mientras me ofrece palabras de ánimo.

Le pedí a Taiju y Yuzuriha guardarme el secreto hasta mientras y ellos comprendieron haciendo un gesto de candado en sus boca con sus manos. Les agradecí y me levanté volviendo a tomar una pala regresando a cavar.

Luego de un largo , casi al final de la noche, Tsukasa pudo encontrarla, me acerqué a la estatua para ayudar a Yuzuriha a vestirla. Al menos Senku no fue tan bestia para despertarla desnuda en su afán de no malgastar tiempo.

Noté a Tsukasa inquieto, temeroso e incluso un poco incrédulo. Hacía puño con sus manos, seguramente lastimándose con sus uñas.

Le di un pequeño manotazo un su mano llamando así su atención— Va a despertar, ya verás —sonreí intentando calmarlo—. Prometo que nada ni nadie los va a separar ahora.

Esta vez golpeé suavemente mi puño en su hombro, dejó de temblar y miró otra vez a Mirai. Pasó saliva impaciente.

Yo regresé mi vista a Senku quien dejó caer el líquido sobre la pequeña estatua y este hizo efecto rompiéndolo de apoco. Se sentía eterno.

Cada trozo de piedra cayendo y unos pequeños brazos estirándose. Dos hermanos volviendo a verse. Una pequeña niña reconociendo a su hermano mayor.

Un abrazo anhelado, sentí lágrimas caer de mi rostro y por un momento tuve envidia. Por un momento deseé tanto que Shōta y yo estuviésemos ahí. Pero recordé nuevamente las palabras de mi hermano y sonreí con la esperanza naciendo en mi pecho.

Stay Alive [Senku Ishigami]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora