05. Familiar

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Llevaba alrededor de media hora en la misma posición, sollozando y temblando, aferrandome a la piel de león que cubría mi cuerpo en busca de protección, del recuerdo de Tsukasa donde me decía que era imparable e invencible.

Senku estaba vivo, al principio lo pensé, sin embargo con el avanzar del tiempo esa esperanza se desvanecía entre las ideas de mi mente.

Pude notar la sombra de Gen moverse, seguro se sentó frente a mi, aún temblando levanté mi visión intentando ver que hacía exactamente. Una flor en sus manos que luego posicionó frente a mis pies junto a un cuenco lleno de agua, mas lágrimas brotaron de mis ojos.

Tomo impulso para levantarme de aquel árbol y poder acomodar mi capa. Inhalo el oxígeno a mi alrededor para retenerlo  por varios segundos antes de soltarlo en un suspiro amargo.

—Ve —aclaro mi garganta, no quiero que escuche mi voz quebrada—, yo entraré cuando tu lo indiques.

—Bien —él también se levantó, con su mano sacudió la tierra que se le pudo haber pegado y comenzó a caminar hacia la aldea—, solo trata de mantener una buena respiración.

—¡Ja! Si no supiera como lidiar con esto habría muerto hace tiempo en la era moderna. —respondo con sarcasmo y una mueca de desagrado.

Escuché su risa mezclarse con el aire y suspiré nuevamente. No dejaré que esto me afecte, por mas que quiera a Senku debo cumplir mi misión con Tsukasa, además la chica que él conoció murió hace mucho tiempo.

Lo único que queda ahora es un cascarón vacío con cabellos blanquecinos por el estrés.

Sacudí mi cabeza para poder enfocarme mejor, observo como se encuentran en posición de ataque con su presencia. Tomo mi arco y una flecha para apuntar a los pies de la chica que lo señala con sus cuchillos, espero con paciencia a ver si Gen me da la indicación para defenderlo, sin embargo él nunca hizo nada, espero a que estuviera en ese horno para levantar su mano y la cerrarla mientras la baja lentamente.

Esa era mi señal para entrar, tomo impulso y corro hacia él, me posicioné entre Gen y los aldeanos. Mentalmente y con un silencioso suspiro me preparé para que cuando gire mi rostro vea a los rubís que tiene Senku en sus ojos.

—Nameless-chan~ —reconocí ese tono de voz al instante, sabía lo que venía a continuación, un jodido berrinche— ¿Por qué demoraste? ¡Pensé que me dejarían como colador!

Solo hice una mueca de desagrado, no pienso dejar que escuchen mi voz, Senku me reconocería al instante.

Pase mi dedo pulgar por mi garganta y luego lo señalé a él, con ese debía bastar para que cambiara el tema.

—E-en fin —tartamudeó al entender a que me refería—, ella es Nameless-chan —caminó a mi alrededor presentándome como si fuese un trofeo o un objeto a la venta—. La mano derecha de Tsukasa y a la que en el Reino de la Fuerza llamamos Reina o Emperatriz. Astuta y mortal, una dama que puede engatusar a cualquiera con su belleza, especialmente se habla de sus ojos. Sin embargo, no se dejen engañar, ella es capaz de apuntar a un ave que pasa a miles de pies de altura, ha sido entrenada por el propio Tsukasa, incluso desde la era moderna, no imaginas cuantos hombres ha dejado en ridículo cuando intentaron sobrepasarse con ella.

Exteriormente no mostraba gesto alguno, internamente estaba planeando como asesinarlo de mil maneras posibles, cada una más dolorosa que la anterior.

—Un bello diamante que creció entre desgracias, una bella Medusa —lanzó flores por sobre mi cabeza—, deseamos de corazón que no piensen mal de nosotros.

Sonreí de soslayo, maldito mentiroso. Iba a marcharme de no ser porque escuché que me llamaban.

—¡Hey tu! — me giré notando que la única fémina aparte de mi me habló— ¿Por qué no muestras tu rostro? —con un tono arisco me dirigió la palabra la peli-rubia, parece que no le agrado y no la culpo.

—¡OH! ¡ES VERDAD! —interrumpió Gen mientras se situaba entre ambas— Como son de otra época dudo que conozcan la historia de Medusa.

—¿El cuento de la princesa Medusa? —me volví a ver a la pequeña niña que se había acercado al puesto de ramen— ¡Me gusta mucho ese cuento! Siempre le pido a Ruri que me lo cuente.

Mi expresión de sorpresa pudo camuflarse gracias a mi máscara, un nudo se hizo en mi garganta.

Me agaché y le pedí a la niña que se acercara, de mi bolso saqué una flor de cerezo que había hecho en madera. La pequeña se acercó a mi con curiosidad, cuando lo hizo le pedí que se acercara un poco más y señalé su máscara.

Entendió y agachó ligeramente la cabeza, con un poco de presión encajé la flor de madera en un costado de su máscara de sandía. Se veía sumamente linda.

Con mis dedos señalé mi oreja y ella se acercó mostrando donde supongo esta su oreja debajo de esa mascara-sandía.

—¿Podrías contármelo? ¿Y también como se llama tu aldea? Pero en secreto por favor… —bajé la voz tanto como para que solo la pequeña niña pueda escucharme.

Ella pareció emocionarse asintiendo con su cabeza muchas veces, me pidió que me acercara— El cuento debe ser otro día porque hoy estaré ocupada —soltó una pequeña risilla que me contagió— ¡Y esta es la aldea Ishigami! —se separó totalmente alegre y dando ligeros saltitos— ¡Muchas gracias por la flor!

Por otro parte yo sentía que mi corazón se detuvo por unos segundos cuando escuché eso. Mis sentidos se desconectaron y me quedé estática en el lugar con una sonrisa falsa.

Cuando por fin sentí que mi corazón volvió a latir me levante y caminé hacia Gen, le tomé del hombro y con un susurro le hablé:

—Yo vigilaré desde los árboles, tu encárgate de lo demás.

Comencé a caminar con una falsa calma hacia el bosque, quería llorar por lo que ni siquiera regresé a ver cuando Senku me llamó preguntándome porque no iba a ayudar, Gen deberá responder por mi.

Cuando al fin llegué a los árboles volví a encogerme entre mi capa, la aldea Ishigami. Ishigami Senku.

Ishigami Byakuya.

El único hombre que conozco que se inventó un cuento llamado “La princesa Medusa”.

Volví a llorar desconsolada. Mi esperanza era volver a verlo, al menos en una estatua. Supongo que debió morir hace miles de años.

Desearía volver a verlo y pedirle consejo una vez más, desearía haberlo abrazado mas fuerte el día que se despidió para ir al espacio, desearía haber hablado más con él el día antes de la petrificación.

Deseo pedirle perdón por no poder ayudar a su hijo…

Siento que me estoy oxidando con esto de la escritura -cry-

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Siento que me estoy oxidando con esto de la escritura -cry-

- Byakurō -
18/06/2022

Stay Alive [Senku Ishigami]Waar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu