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Capítulo veintisiete.

Miel Ortiz.

Cuando llego a mi casa se armó la guerra, es decir... mi madre se enojó tanto que solo se limitó a decirme que me vaya a mi habitación. Entonces cuando subo a mi cuarto solo me quedo ahí lo que queda del día. Ahora estoy hablado por FaceTime con Sarah.

- Entonces lo aleje. – dije contándole lo del beso.

- Es obvio que se tiene ganas. – me dice con una sonrisa. - ¿Por qué no solo lo hacen y ya está? Sería mejor que entres a la universidad sin ser virgen, es decir ¿quién llega a la universidad virgen?

- Sarah... por favor. – dije morando hacia otro lado. – No solo lo hare y ya, mira... pongámosle que me gusta, digamos que me muero por él... ¿y si el no siente lo mismo?

- Primero que todo, si no te gustara no me preguntarías ¿y si el no siente lo mismo? Eso es obvio. – pone los ojos en blanco. – Segundo, dudo que no le gustes. Ósea te dice princesa te trata como si fueras su novia, además de que se besaron de una manera... bueno por lo me que cuentas fue un lindo beso.

- ¿Sabes que es fue la primera persona a quien bese?

- Sí, y fue en la azotea. – me recuerda ese día. – Amiga, cuando lo hagas te darás cuenta de que llevas perdiéndote algo delicioso. Porque eso es lo que es, yo no sabía si quería acostarme con Henry, y cuando por fin me decidí a inicio de año me gusto... me encanto, es un sentimiento que nunca sentirte antes.

- Pero...

- Yo no te precioso que lo hagas, solo te digo que no da tanto miedo como crees. Estas igual que yo cuando comencé a andar con Henry.

- Tú y Henry siempre se gustaron.

- Y Lukas y tú siempre se atraillaron físicamente, ahora ya es obvio que se gustan.

Nunca pensé que me podía llegar a gustar Lukas, es decir se supone que tenía novia entonces siempre lo vi como un imposible, o tal vez no un imposible, pero si prohibido. Ahora que me pongo a pensar las cosas, tal vez si me gusta...

Me gusta como es físicamente, es muy guapo y cuando nos besamos me encanta, cuando sus hermosos ojos azules me miran me siento en las nubes, y cuando toco su cabello desordenado me provoca algo en el estómago igual que cuando respira cerca de mí, como ayer en la tarde cuando nos quedamos dormidos, sentí como respiraba cerca de mí y eso me gustaba.

- De acuerdo... - dije mirando a Sarah. – Me gusta Lukas. – cuando lo dije en voz alta le encontré sentido de porqué cada vez que estamos juntos me gusta y me siento completa, y cuando no está siento como si me faltara algo. – Tienes razón, me gusta.

- ¡Ay ya por fin lo dices en voz alta! – me dice llena de felicidad.

- Ya... shh... - dije rapándome de la silla y serrando la puerta de mi habitación. – Mi mamá. – dije volviendo a mi asiento.

- Lo siento. – dice riéndose. – Tu mamá casi es una monja.

- Y si se entera de que me gusta alguien y que me bese con ese alguien hasta gemir me mete a un convento.

- Imagínate cuando se entere de que perderás la virginidad muy pronto.

- Sh... ni siquiera sabemos si yo le gusto.

- No seas tonta, no te besaría así si no le gustaras de esa manera, sabemos que los hombres no se metería con una chica si no les llamara la atención.

- Pero... eso no significa que le guste de la misma manera que a mí, solo significa que le gusto físicamente.

- Lukas no es de esos chicos.

Lágrimas de miel. #1Where stories live. Discover now