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Capítulo veintiocho.

Lukas Smith.

Estamos en el centro comercial caminando mientras nos tomamos un café helado, Sarah y Miel están hablando de... bueno no lo sé porque ellas están alejadas murmurando, yo estoy con Henry. La verdad es que él me cae bien, lo puedo considerar un amigo, y se bien que es me considera un amigo.

- ¡NO TE CREEO! – le dice Sarah a Miel sorprendida.

- ¿Sabes de que hablan? – me pregunta Henry.

- No. La verdad es que me encantaría saberlo. – dije caminando un poco más rápido para acercarme a ellas.

- No, es mejor que las dejes. – me toma Henry. – Créeme que no querrás meterte en ese terreno.

- ¿Por? – pregunte con curiosidad, ambas se ven muy emocionada y es obvio que es cosa de chicas porque si no lo fueran no estarían alejadas hablando. – Las mujeres son todo un misterio.

- Dímelo a mí. – con Henry nos reímos. – Oye... - me dice mirándome.

- Dime.

- ¿Qué hay entre tú y Miel? – era cuestión de tiempo para que me preguntaran eso. – Es decir... ¿son algo?

- Bueno, no somos nada y lo somos todo a la vez. ¿Me entiendes?

- La verdad es que no.

- Ya... - dije mirando hacia otro lado, paso una tiende a joyería y me detengo, tomo a Henry de la mano y lo jalo para que me acompañe. – El cumpleaños de Miel es en un mes. – dije mitras veo todas las opciones.

- ¿Le quieres comprar un collar?

- Sí, es la idea. – dije mirando la zona de los collares. – Mira Henry, Miel es mi mejor amiga, este tiempo aprendí a quererla demasiado, ella me enseñó a aceptarme tal y como soy. Y si me pregunta si me gusta, la respuesta es sí. Eso lo supe hace mucho tiempo, no soy un chico que se niega que le gusta alguien, soy bien directo en ese sentido. Por eso digo que no somos nada pero a la vez lo somos todo. Porque ella es mi mejor amiga y puedo decir que es una de las personas más importantes para mí, pero a la vez no somos nada porque no es mi novia ni nada por el estilo.

Me quede mirando un collar de plata con un dije de abeja con brillos, y muchos brillos, se ve muy lindo, me imagino como se verá en el cuello de Miel.

- Tienes un buen ojo. – me dice la vendedora que se acerca a nosotros.

- Si está lindo. – dijo Henry.

- Aunque tengo que decir que es un poco caro... - interrumpí a la vendedora.

- Me lo llevo.

- ¿De verdad? – me pregunta Henry sorprendido. – No es que sea un poquito caro, es muy caro.

- Me lo llevo. – le dije. – Es perfecto.

- Bueno... - me dice con una sonrisa. – Sí que estas embobado por ella.

- A la chica que se lo regarlas le encantara eso es seguro. – dice la vendedora abriendo el mostrador con su llave y sacándolo con cuidado.

- Espérame afuera, de seguro esas dos ya se dieron cuenta de que no estábamos. – le dije y siente con la cabeza.

- ¿Es para un cumpleaños? – me pregunto. – Lo pregunto por la cajita.

- Ah... - dije mientras ella me muestra dos cajitas forradas con fieltro de color rojo, negro, y verde esmeralda.

- Te recomiendo el rojo, es la mejor opción. Pero el negro se ve siempre muy elegante.

- Bueno... - dije indeciso. – Creo que el ¿negro? – la verdad es que no estoy seguro.

- ¿Cómo es ella?

- Bueno... se llama Miel, y es tierna más que nada.

- Mira justo tengo una cajita de color dorado, de seguro le gusta. – me la muestra y la veo.

Es una cajita muy linda forrada por fuera y dentro de fieltro, por fuera es un dorado muy lindo, con un toque de miel, y por dentro es de un rojo oscuro muy llamativo, como su cabello.

- Este me gusta. – le dije y ella con una sonrisa lo guarda, luego me lo entrega en una bolsita con el logo de la tienda y lo pago, después guardo la bolsita en mi mochila y salgo.

Cuando salgo y Henry está intentado de que Miel no entrara, genial. Ella tenía que ser curiosa, y tierna.

- ¿Por qué entraste ahí? – me pregunta Miel con curiosidad. – No pensé que fueras de comprar joyería.

- No lo soy. – dije despreocupado. – Mi mamá me dijo que en algún momento le consultara sobre un collar, y como estoy aquí aproveche y pregunte. – me creyó.

- ¿Para la boda? Todavía no hemos visto lo del vestido. – me dice ella caminando hacia la tienda, la tomo de la majo y la jalo hacia mí, ella choca conmigo y le tomo el mentón para que me vea. – Luka...

- No te preocupes, es solo para un regalo. – le tome la mano de nuevo. – Deberíamos ir ya al cine, la película va a comenzar.

- ¡Es cierto! La película. – dice Sarah tomando su celular. – Hay que correr o llegamos tarde.

*****

Cuando llego a mi casa en la tarde veo a mi madre sentada en el sofá mientras ve unos papeles, me siento a su lado y apoyo mi cabeza en sus piernas como un hijo de mami. Hace mucho tiempo que no lo hacía, hace mucho tiempo que mi madre y yo estamos en guerra, pero por alguna razón las aguas se calmaron.

- ¿Qué paso? – me pregunta mientras ve un caso, ella es abogada. Y me atrevería a decir que es una de las mejores abogadas.

- Nada.

- Desde que tenías diez años que no te ponías de esa manera. – me dice marcando unos papeles con un marcador. - ¿Qué tal la película? – pregunta mientras se quita sus lentes.

- Estaba buena, muchas peleas.

- Interesante. – me acaricia el cabello. – Te deje la cena en el microondas.

- Gracias. – cierro los ojos. – Le compre un regalo a Miel, se lo entregare en su cumpleaños.

- ¿Qué le compraste?

- Un collar, sé que le va a guastar.

- Sé que sí. – no deja de acariciarme el cabello. – Ella es una chica muy buena, me gusta que por fin encuentres personas que si te quieren y te quieren ver bien.

- Sarah y Henry son iguales.

- Si he escuchado algunas cosas de ellos.

- Son pareja, ellos dos. – dije bostezando.

- ¿Y Miel y tú?

- Miel y yo ¿qué?

- ¿Ella te gusta? – abro los ojos y la veo, me centro en sus ojos de color azules como los míos.

- Sí. – dije así sin más. – Me gusta.

- ¿Por qué no le dices nada? O es que ya son novios y no me has dicho nada.

- No... solo amigos. – suspiro.

- Deberías decirle. – ella se para y me siento en el sofá. – Te calentare el arroz con pollo que hice, necesitas comer algo.

- Gracias. – sonreí acomodándome en el sofá. - ¿Vemos una película?

- Bueno, ¿cuál quieres ver?

- La que quieras.

Claro que no debí decir eso, porque me la pase toda la película llorando junto con mi mamá, siempre se le ocurre ver las películas más triste que nos hacen llorar a mares. Es la celda 7.

Luego de eso me fui a acostar con un dolor de cabeza y los ojos rojos e hinchados.

Lágrimas de miel. #1Where stories live. Discover now