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Capítulo treinta & tres.

Miel Ortiz.

Despierto por un golpe que proviene de mi ventana, me siento en mi cama confundida. Miro hacia la ventana y se ve un poco la luz de la luna reflejándose, por un momento creí que solo fue mi imaginación lo del golpe, pero lo escuche de nuevo.

Tome mi celular y vi la hora, son la una de la madrugada. Bostezo y prendo la luz de la lamparita que está en la mesa de noche, me paro y camino hacia la ventana, muevo la cortina un poco y veo a la silueta de una persona abajo mirándome, sentí un escalofrío pero cuando la luz de mi cuarto lo reflejo mejor pude notar esos ojos azules que tanto me encantan. Abro la ventana y me apoyo en el borde de la ventana.

- ¿Qué es lo que haces aquí? – le pregunte media adormilada.

- ¿Cómo está mi Julieta? – me pregunto.

- ¿Julieta?

- Tu estar ahí arriba y yo aquí abajo como Romeo, que aguafiestas eres.

- Ah... perdón. – dije riendo un poco. - ¡Oh Romeo, Romeo! ¿Dónde estás que no te veo?

- Aquí estoy mi amada. – dijo acercándose a la ventana. - ¿Me dejas subir? Hace frio aquí afuera.

- Claro. – dije haciéndome a un lado y luego veo como entra por mi ventana. - ¿Qué es lo que haces aquí?

- Quiero llevarte a un sitio. – dije caminando hacia mi armario y abriéndolo, saca una sudadera, una camiseta y unos pantalones.

- ¿A esta hora? – le pregunte confundida. - ¿Estuviste bebiendo?

Saca del armario la caja de condones y lo abre, saca cuatro paquetitos y los guarda en su bolsillo.

- No. – me soplo en el rostro y solo olía a chicle de sandía.

- ¿Para que los condones?

- ¿Para qué sirven? – no quise seguir la conversación sobre los condones.

- Pero mañana tenemos clases. – dije vendo la hora, un cuarto para las dos.

- ¿Y? – saco unos calcetines y dejo mis zapatillas a un lado de la cama que es en donde estaba toda mi ropa. – Tienes que venir conmigo, por favor.

- Es que... ¿a dónde vamos?

- Lo sabrás cuando lleguemos, por favor vístete. – dude un poco. - ¿Confías en mí?

- Sí. – dije sin dudar. – Pero...

- Confía en mí.

- Bien, confió en ti

Lukas se sienta en la silla del escritorio y yo voy a mi armario, saco un sujetador y luego me visto, cuando estoy lista me besa en los labios y salimos de mi cuarto por la ventana y caminamos unos metros por la vereda, luego veo su moto en medio de la oscuridad. Me siento incomoda al estar aquí tan tarde, la calle esta toda oscura.

Lukas sube a su moto y luego lo hago yo, lo abrazo con fuerza y suspiro confundida. No entiendo porque quiere que vaya a un lugar con él, ni siquiera me dijo a donde seria. Como sea el arranca y estuvo conduciendo una media hora, luego de eso detuvo la moto y nos bajamos.

Veo que estamos en un bosque, aquí termina el camino. Miro a todos lados y solo veo oscuridad, si no fuera por la luna no podría ver a Lukas que saca una mochila del asiento de su moto, luego pone de nuevo el asiento en su lugar y me mira.

- Solo tenemos que caminar un poco, la moto no va a pasar por ahí. – apunta un pequeño sendero con una mini linterna.

- No sé qué decirte, no entiendo nada. – veo la hora en mi reloj, las dos y media de la madrugada. – Es muy tarde.

Lágrimas de miel. #1Where stories live. Discover now