Capítulo 26: Te conozco, las conozco.

633 42 5
                                    

Pasan los días sin mucho que contar. El último concierto se sintió tan diferente con todo lo que pasó. Y cada vez que cierro los ojos veo a Natalia parada en el medio de ese estacionamiento enorme, con los ojos brillosos, mirándome.

Por los próximos días intento no pensar mucho en nada. Voy y vengo a lugares, salgo con María, siento que empiezo a vivir de nuevo. Las restricciones se van flexibilizando y la oportunidad de tocar en vivo me emociona, nos emociona.

Marina hace lo mejor posible para distraerme. No le conté mucho de lo que pasó, pero sé que se lo imagina perfectamente y seguramente tiene las cosas mucho más claras de lo que yo las tengo. Como siempre. La claridad es lo suyo.

Es viernes y quedamos en algún bar de Madrid, solo María y yo, porque el resto ya tenía planes y Marina, que siempre nos acompaña, tiene una inesperada cita. Por supuesto me ofreció cancelarla, pero le dije que no tenía sentido. De todas maneras, tenía ganas de ver a María.

Su ruidoso andar me saca una sonrisa al instante, es imposible que pase desapercibida. Me abraza fuerte y se ríe en mi oído.

—¿Cómo está la más guapa de toda España? —pregunta acomodándose en la silla que está frente a la mía.

—Pero bueno, ¡dime tú!

—Yo bien, bien, ya sabes, corriendo de aquí para allá, pero muy feliz, muy bien.

—Me alegra mucho, Mari: Qué brutal el último single que sacaste, qué pasada, tía, me ha encantado. Lo tengo en bucle, y mamá también.

—¿Rafi también? Bua, la quiero. Fue una locura la producción de eso, no podíamos parar. Entramos al estudio a las cinco de la tarde y salimos a las siete de mañana. Locura, una locura total.

—Uf, ganas no me faltan de eso.

—¿Y lo tuyo? ¿Para cuándo? ¿Hay proyectos por ahí, no?

Bebo un poquito de mi vaso para juntar valor para lo que en realidad quiero.

—La música está viniendo, Mari, pero tengo algo que decirte.

María se pone seria de repente. Se sienta derecha en su silla y me mira con los ojos entrecerrados.

—Ya sabía yo que había algo.

—Bueno pero por favor no te vengas arriba.

—Me estás poniendo nerviosa, Alba, por favor a ver.

—Vi a Natalia.

María abre los ojos como platos.

—Pero ¿qué? ¿Cuándo?

—En el concierto del otro día, en el que tocamos las dos.

—Ah, realmente debería volver a Twitter.

—Bueno yo tampoco vi nada pero...

—Sí, seguro que fueron tendencia. Pero bueno a lo importante; ¿Qué pasó? ¿Cómo te sentiste?

—Terriblemente, ¿acaso existe otra manera de sentirte cuando ves a tu ex cantar con su actual por el cual se terminó tu relación?

—Bueno para ser justas...

—No importa, Mari. Escoció. Fue terrible, pero después...

—¿Hubo un después?

—Fue... fue una movida. No sé cómo, pero terminamos las dos paradas en el medio de la nada, en el medio del estacionamiento, con cinco o diez coches alrededor, nosotras empapadas en lágrimas, diciéndonos las cosas... Fue tan dramático.

—Así son ustedes, cariño.

—Menos mal no había nadie.

—Menos mal. ¿Y?

—Y nada... Me fui caminando por donde había llegado.

—¿Pero?

—¿Y qué se suponía que debía hacer, Mari? ¿Abrazarla y perdonarla por todo?

—Ganas no te faltaron.

—No seas así.

—Alba Reche, no me mientas en la cara. Conviví con ustedes, las conozco, conozco la cara que me estás poniendo ahora mismo.

—¿Y qué cara es esa?

—Cara de me muero por hablarle a Natalia. Cara de me importa una mierda todo lo que pasó, la quiero y la voy a querer siempre y me siento acá a mentirle a María para poder mentirme a mí misma para evitarme el tener que salir corriendo a buscarla.

—María.

—Alba, cariño. Mírame a los ojos y dime que miento, por favor dime que te estoy mintiendo.

Y por mucho que lo intente... no puedo mirarla.

-

YA SÉ QUE PENSARON QUE HABÍA MUERTO Y SÍ, THE OLD ME IS DEAD pero la nueva versión de mí que todavía es albaya está acá para darle un final a esta historia. 

Gracias por leer.

el amor después del amor | albaliaWhere stories live. Discover now