Capítulo 2: Narradora omnisciente.

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Las mañanas en Elche son preciosas. Es una lástima que últimamente mi humor no coincida precisamente con la radiante energía de los rayos del sol. Son más de las diez de la mañana pero no quiero levantarme, no tengo intenciones de levantarme.

Doy vueltas en la cama deseando con todas mis ganas volver a dormirme pero se me hace imposible. Suspiro agotada no sé de qué. Mi cabeza no para de pensar. La desgraciada no se detiene ni un puto segundo y estoy empezando a perder los papeles.

De repente, una idea me deja espantada. Recuerdo, como en sueños, que anoche en un impulso insoportable abrí su chat para hablarle y después de intentar mil y un textos me di por vencida, bloqueando el móvil y quedándome dormida con él entre mis manos. Ahora no lo encuentro, y revuelvo cada rincón del colchón en su búsqueda.

Cuando por fin lo tengo entre mis manos, escucho tres golpecitos en mi puerta.

¿Mari? -pregunto sabiendo de sobra que es ella.

Mi hermana hace su aparición con su típica sonrisa mañanera y yo le sonrío de vuelta suavizando mi mirada. Trae un piyama casi tan ridículo como el mío y su cabello está todavía muy desorganizado. Me río ante la graciosa y tierna imagen.

—Buen día, churri —digo mientras le hago un huequito en mi cama.

Marina se desploma escandalosamente y me hace reír. Qué personaja. Se acurruca al lado mío y gruñe audiblemente. Le peino el pelo con cariño.

—¿Qué tal? —Pregunta con sus ojos gigantes fijos en los míos -¿dormiste algo?

—Bueno... —empiezo yo sin saber muy bien qué responder.

No quiero preocuparla pero la verdad es que tampoco se me da bien mentir. Y menos a ella.

—No dormiste una mierda, ¿verdad? —Adivina ella en seguida —no me mientas, Alba, te conozco.

—Lo siento... No, no dormí una mierda —respondo sintiéndome la peor hermana -es que no quiero que te preocupes.

—Hace meses que no duermes, mujer —me recuerda —no es ninguna novedad —concluye y tiene razón.

—Sí, pero... —me corto antes de decir algo de lo que sé que me voy a arrepentir luego.

—Pero... ¿Por qué ayer fue especial? —cuestiona levantando las cejas.

Mierda, ¿cómo es que lo sabe todo?

— ¿Cómo sabes que ayer fue especial? —pregunto frunciendo el ceño.

De verdad que no puedo con esta persona, cada charla que tenemos termina igual. Marina lo adivina todo, lo sabe todo incluso antes que yo. Es agotador.

—Alba, cariño —dice, sujetando mi cara entre sus manos —eres literalmente ¡transparente!

Me río para no llorar y Marina se contagia de mi risa. Cuando nos calmamos, me siento para recostarme en la cabecera de la cama. Suspiro ante la atenta mirada de mi hermana menor.

—Ayer casi le escribo —confieso soltando todo el aire que alojaba en mis pulmones.

Marina se lleva las manos a la boca. Anda exagera'. Ruedo los ojos esperando a deje el drama y diga algo.

— ¿Qué dices? -Pregunta todavía sin creérselo -espérate, ¿a ella? ¿Casi le escribes a ella? —hace comillas con sus dedos y acentúa la última palabra.

Yo asiento con la cabeza, aguantando la escena como una campeona.

—Sí -apenas pronuncio.

Mi hermana me da un golpe en el brazo.

— ¡No me jodas! —Exclama —pero Alba, ¿hace cuánto no...? —Marina se corta pensando.

—No sé —respondo la pregunta que no me hizo —creo que más de un mes u algo así.

— ¿No llevas la cuenta? —pregunta sorprendida.

— ¿Por quién me tomas? —exclamo fingiendo enojo.

—Mejor no comento... —responde levantando las manos al aire en señal de rendición.

Se a lo que se refiere y el corazón se me estruja dentro del pecho. Trago saliva porque no quiero hablar de ese tema. No ahora. Por favor.

—Pero no le escribí nada —anuncio mirando al techo, como quien no quiere la cosa —no supe qué ponerle.

—Normal —responde mi hermana de la misma manera que yo —si fuiste tú la que le pidió que por favor basta de mensajes, basta de llamadas a la madrugada, basta de... —no puede continuar porque mi mano está en su boca.

Marina ruge pero yo no cedo, hasta que se da por vencida, callándose. La suelto dedicándole una mirada amenazadora.

— ¿Por qué querías hablarle? —pregunta, un poco más seria.

—No lo sé —respondo seria, intentando mentir bien.

—La extrañas —sentencia rápidamente.

No, no es una pregunta. Es una confirmación, su sonrisa es amplia, y las dos sabemos que ha ganado esta batalla implícita que liberamos cada vez que hablamos de este tema.

—Yo no dije eso —intento salir con dignidad.

—No hace falta, churri —responde ella con aires de suficiencia y yo le golpeo la cara con la almohada — ¡Alba! —grita riéndose.

-¡Fuera! -digo, volviendo a golpearla -no vas a ganarme en mi propia cama, déjame con mis pensamientos.

Marina corre hasta la puerta y antes de retirarse me dedica la mirada.

— ¡Sabes que tengo razón! —grita desde el otro lado de la puerta.

Bufo y aviento otra almohada al aire en señal de frustración. A veces odio su mente, odio que lo vea todo tan claro. Siempre dice que es porque lo ve desde afuera, en perspectiva. Marina dice literalmente "no puedes verlo porque eres la protagonista, yo soy el narrador omnisciente, y por lo tanto, lo sé todo. Como también sé que todo esto vale la pena y van a tener un final feliz"

La última parte es la que no me deja dormir por las noches. Si supuestamente tenemos un final feliz, ¿por qué hace un mes ni siquiera nos hablamos? ¿Por qué no está conmigo ahora mismo? ¿Por qué no puedo decirle que me flipa su álbum y que estoy orgullosa de ella?

¿Su álbum? Su álbum. Una puñalada.

Nuestra historia ahí, expuesta a todo el puto mundo. Aunque solo esté clara para nosotras, y los fans, por supuesto, aunque a menor escala por obvias razones.

"ya te vas" y todo lo que esa canción significa. Porque sí, me fui, y no reparamos en daños, ninguna de las dos.

"ep2" revuelve todo en mi cuerpo una y otra vez y es como un bucle del que simplemente no puedo salir. Estoy atada de por vida a esas melodías, a esas letras, porque... soy la protagonista de todas ellas.

De nuevo, tres golpecitos en la puerta.

— ¡Que me dejes, Marina! —grito desde la cama, pero la puerta se abre y la cabeza de mi hermana se asoma con una sonrisa inocente, sin atreverse a poner un pie en mi habitación.

—Solo una duda más —dice y yo la miro sin expresión —¿te pusiste la cuenta de spoti pública a propósito?

— ¿Qué? —pregunto desencajada, sin entender nada.

Marina se carcajea.

—Ya decía yo... —responde y desaparece cerrando la puerta.

Me quedo unos minutos pensativa. De repente, un clic en mi mente me hace saltar de la cama. Desbloqueo mi móvil y entro a Twitter. Ahí están, todos los tweets y las capturas de pantalla de mis... amorosos pero sobre todo discretos fans.

"Albx Reche está escuchando "ya te vas" de Natalia Lacunza"

¡Hostia puta! pienso enterrando mi rostro en la almohada y soltando un grito frustrado.

el amor después del amor | albaliaWhere stories live. Discover now