Capítulo 16: Silencio.

1.1K 56 7
                                    

Prometí hacer un directo y así lo hice. A la mañana temprano y con mucho sueño, llegamos a ser cinco mil personas pintando macetas. Me sorprendió la cantidad de gente que en realidad las pintó, y ¡la flecha, que no había que pintar! Pero la intención es lo que vale, ¿no? Por supuesto que hubo gente que solo nos hizo de apoyo moral y estaba más dormida que nada pero igual se me derrite el corazón de amor al saber que madrugaron simplemente para estar ahí conmigo.

La verdad es que a mi también me vino bien para despejar un poco, ya sabemos, de todo lo que está pasando... Que no es poco. 

Después de la noticia de mierda de que Natalia confirmó su nueva relación, todo lo que hago es componer, comer y dormir. Es como si yo hubiera retrocedido mil pasos mientras ella ya ganó la competencia... No es que sea una competencia... Tampoco sé si me molesta, pero definitivamente no me esperaba que se mostrara tan amorosa en público.

No quiero culparla del todo, sobre todo conociendo a su flamante nuevo novio. Y como dice mi hermana, realmente no sabemos qué pasa ahí, y deseo desesperadamente darle el beneficio de la duda.

Sebastián me llamó la otra noche. Se lo escuchaba muy angustiado, y ni siquiera tuve que preguntarle qué pasaba porque rápidamente me puso al tanto de todo. Pensándolo bien quizá incluso... habló de más. De todas maneras no pude ni puedo darle una solución, aunque realmente me encantaría poder hacerlo. Más allá de nuestra ruptura, Natalia siempre me importó y todavía me importa. Honestamente, no creo que eso cambie al menos en un corto plazo. Está claro que una no deja de querer de un día para el otro... O por lo menos así lo siento yo.

Rebe me sigue hablando de su música y de un noviecito con el que lleva poco más de un mes. Me explicó que los dos hacen música y que él está trabajando en su álbum. No me animé a preguntarle cómo se llama pero según sus dichos, es bastante bueno. Elijo creerle. Aunque no la noto tan animada como al principio, a ver, nunca fue efusiva, pero esos guiños que teníamos al principio parecen haberse esfumado de repente.  

Estoy practicando una melodía con la guitarra cuando mi celular comienza a vibrar desesperadamente. Es Twitter y eso nunca es tan buena señal. Mis fans se cuidan muchísimo con los tweets que ponen pero nunca falta la que me etiqueta en cosas... que sinceramente preferiría no ver. Esta vez es un tweet que borran enseguida pero yo ya estoy adentro y veo algo que no me pasa desapercibido: Natalia acaba de subir las canvas de su EP a Spotify. Y sí, por si cabían dudas, hay una gata. Y sí, las fans se juegan la cabeza a que la gata es nada más y nada menos que la mía.

Honestamente yo también empiezo a dudar. Y la duda se suma a las miles de dudas que de por sí, ya tengo en mi cabeza. A la duda que todo el tiempo ronda en mis pensamientos: ¿realmente se acabó? Todo lo que teníamos... 

Salgo de Twitter con un apuro extremo. No quiero saber, no quiero escuchar su nombre, ni sus canciones que suficientes mareos ya me dieron. Porque no entiendo, no entiendo qué pasa si tanto dice que me quiere, si sigue metiendo a mi gata en todos lados, como una forma de decirme que... ¿Qué? ¿Qué busca? Me encantaría preguntarle, pero no puedo. Las dos tomamos una decisión y parece que su forma de superarnos es de alguna manera, mejor que la mía, más efectiva. O quizás es simplemente que me pierdo una parte de la historia. Es lo más probable.

Cierro los ojos en mi cama y mi cabeza corre al único lugar seguro que conoce... 

Las chicas habían salido temprano, dejándonos todo el pisito para nosotras. Era temprano y Natalia estaba sumida en el más profundo de los sueños. Me acurruqué a su lado como pude, intentando no molestarla y besé sus labios con toda la delicadeza del mundo. Sus manos me apretaron contra su cuerpo tan pronto como se despertó. Su sonrisa se hizo presente y me reí sin poder evitarlo. 

—Lo siento cariño, no quería despertarte tan pronto... —dije, escondiéndome en su cuello.

—Lo único mejor que dormir es que me despiertes así, Albi, no pasa nada —respondió, dejando un beso en mi pelo. —¿y las demás? 

—Salieron temprano.

—Qué gustito, ¿no? Así se sentirá vivir solas...

Me tensé sobre su cuerpo, pensando en un millón de cosas, intentando dejar mis miedos relegados y sin ganas de iniciar una discusión a esas horas de la mañana.

—Pues sí, Nat... Seguramente... —solté con pies de plomo.

Sin embargo, Natalia, que no es de dejar pasar las cosas así no más, se incorporó y me miró fijamente.

—¿Cuándo vamos a mudarnos, Albi?

Bufé resignada, aceptando el hecho de que sin lugar a dudas, la discusión ya había iniciado.

—No lo sé, Nat —hablé intentando esquivar su mirada —todo está tan reciente... Y además, ¿no se está mal aquí con las chicas, verdad?

—No no, claro que no, pero siempre pienso en que me gustaría que nos independicemos, y ya sabés, oficializar todo, sin escondernos.

—Ya lo hablamos, cariño, tiempo al tiempo...

La mirada de Natalia se volvía cada vez más triste, y a pesar de mis intentos por animarla, ya me había dado cuenta de que no queríamos lo mismo, y que para ella ese tema significaba mucho.

—Pero —arriesgó con la voz suave cuando yo pensaba que no iba a decir nada más —¿sí te quieres mudar conmigo, no? digo, no ahora, pero algún día...

Puso esa cara de perrito mojado... Y no tuve otra opción más que avalanzarme sobre ella y llenarle la cara de besitos. Su risa todavía retumba en mis oídos cuando la extraño.

—Por supuesto que sí, amor —respondí súper convencida, volviendo a la posición inicial, yo acurrucada contra ella, mientras acariciaba mi pelo —Solo creo que debemos ser sensatas y no apresurarnos.

—Yo lo quiero todo contigo, Alba.

Sus palabras me llenaron el pecho de amor en ese momento. Y aún hoy.

—Y yo contigo, Natalia.








el amor después del amor | albaliaWhere stories live. Discover now