Capítulo 9: Pizzas y cervezas.

1.3K 77 25
                                    

Lo único que me hace sentir un poco mejor, además de componer mil melodías tristes, es jugar a la Playstation con Sebastián.

Estamos a mitad de una partida muy importante cuando el timbre nos hace sobre saltarnos.

— ¿Pero? —dice Sebastián sin apartar la vista de la pantalla de la tv.

Me encojo de hombros sin tener ni una remota idea de quién puede ser.

Pero el timbre vuelve a sonar y me desconcentra haciéndome perder.

— ¡Joder! —grito — ¿Quién coño es?

Sebastián se parte de la risa y me palmea el hombro.

— Es tu turno, cari.

Bufo sin ganas pero me levanto de un salto y camino sin ganas hasta la puerta de entrada.

Abro.

—Buenas, guapa.

Polo está del otro lado del umbral con un tapabocas negro, despeinado como siempre y sosteniendo en sus manos dos cajas de pizza y tres cervezas. Lo miro y sonrío por inercia. Él me sonríe de vuelta y me corro para dejarlo pasar.

— Nat, ¿quién... —Sebastián se corta a mitad de la frase cuando llega hasta nosotros.

Lo miro rogándole que fuerce una sonrisa pero a mi amigo no se le da para nada bien fingir. En vez de sonreírle, lo ignora olímpicamente.

— Que se diviertan —dice sarcásticamente.

Acto seguido me dedica una mirada de "estoy muy decepcionado de ti" y se marcha muy tranquilito.

Odio cuando hace eso.

Polo me mira cabizbajo y no sé por qué me siento tan terrible. A Sebastián jamás le gustó Polo y después de los acontecimientos vividos, era de esperarse que no lo recibiera con los brazos abiertos.

Aún así, me propongo compensarle ese mal trago al chico parado en mitad de nuestra sala.

— Voy a buscar... servilletas —digo inventando una muy mala excusa para ir a la cocina y poder pensar un poco.

Polo parece no darse cuenta, y me deja ir fácilmente mientras se acomoda en el sofá.

Casi corro a la cocina para respirar, como si me faltara el aire en la sala.

Sigo sintiendo el peso del mundo en mis hombros, todo esto está siendo demasiado, no es que Polo me caiga mal, pero su presencia me trae recuerdos que preferiría olvidar. Me esfuerzo por no recordar pero mi cabeza simplemente está en mi contra.

Pizzas... cervezas... madrugadas...

Polo y yo estábamos trabajando juntos en nuestra colaboración. En Llamas. Me hizo escuchar la maqueta un viernes y me gustó tanto que para el sábado ya estaba escribiendo mi parte. Polo estaba extasiado. Después de trabajar con Alba, se había quedado cerca de nosotras.

Al principio los tres congeniábamos muy bien, y yo estuve presente casi en todas las sesiones de estudio que tuvo con Alba, por obvias razones. Era muy divertido y con el tiempo, nos hicimos más cercanos. Fue uno de esos fines de semanas en donde trabajamos hasta tarde, cuando las cosas se pusieron un poquito... tensas.

El bar estaba abarrotado de gente como cada viernes. Habíamos salido a comer y tomar algo después de la sesión de grabación que habíamos tenido esa noche. Estábamos más que satisfechos con nuestro trabajo, habíamos hecho la mejor toma.

—Tía, me flipa la combinación de nuestras voces, está quedando chulísimo.

— ¿A que sí? Es uno bueno, Polo, estoy segura.

el amor después del amor | albaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora