17. De Madrigal en Madrigal

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Era un día normal en Encanto, Julieta atendía su puesto como de costumbre, ayudando a cada persona que lo requería. A pesar de no ser un día soleado, se mantenía tranquilo y sin ningún problema. Bueno, realmente había uno, y es que todo el mundo tenia sus ojos sobre la nueva joven que había llegado al pueblo. 

Aun no habían encontrado la ropa perfecta para ella. Aquella mañana se rehusaba a volver a usar el vestido que le regaló Isabela por todo lo que había pasado, creía que la mejor opción era mantenerse en tonalidades oscuras e intentando no llamar la atención, algo que le era imposible.

—Ela, mi comida puede quitarte las ojeras, pero no el sueño que tienes— le dijo la mayor cuando vio que ella no dejaba de bostezar.

Tal parece que de todos los Madrigal, Julieta era la única que la aceptaba y la trataba como una hija más. Su actitud tan calmada y comprensible hacía que Ela se sintiera segura. Junto a Ana, estaban sentadas detrás de la mesa donde ella tenía sus frascos y especias, estaban comiendo una de las arepas que había llevado al puesto, sobre todo para calmar aquel dolor en las piernas que tenían por subir a las montañas. 

Por otro lado, Ana parecía muy tranquila con su presencia, le preguntó cuanto tiempo se quedaría en el Encanto, sobre Martínez y si el pueblo la había tratado bien. También volvió a preguntarle sobre su familia, y es que la trigueña no se creía que ella pudiera estar tan lejos de ellos.

"Son lo más importante" le repetía hablando de los Madrigal y lo unidos que eran.

Ela lo volvió a pensar, claro que los extrañaba, no solo era la familia sino la vida en si, su rutina siempre iba de la mano con la tecnología, y ahora que no la tenía se sentía rara. Sintió un vacío en el estomago al recordar que no tenia forma de hablar con ellos.

—Tienes razón... —respondió mientras observaba como la mayor le daba una comida a un hombre que parecía tener el brazo roto, para sorpresa de ella, este se curo inmediatamente y agradeciendo dejo el puesto.— Los extraño...un poco...pero los días pasaran rápido, no?

La trigueña solo asintió. En ese momento un alegre Félix llegaba al puesto de su cuñada, con su cabello alborotado y algo desorientado.

—Hey! —saludo alegre— ¿Cómo están?. Julieta, ¿me regalas algo? tu hermana me lanzó un rayo y me ha dejado una gran marca en la espalda.

—No es necesario que la enseñes —le dijo al ver como él se intentaba quitar la camisa— deja que te prepare algo.

En cuanto Julieta se volteo a preparar algo para él, decidió hablar con las jovenes— Y bien? parece que ya hiciste una amiga, esta todo bien Ana?

Ambas asintieron— Ella es la novia de mi hijo —le hablo directamente a Ela— el mayor claro, es la mejor persona que encontraras en el pueblo. Siempre tan linda y servicial, puedes contar con ella para lo que sea.—Ana le dio una sonrisa la cual Félix devolvió— Total, ya estas a un paso de ser parte de la familia.

—Félix! —dijo Julieta, metiéndole una de sus comidas en la boca— Si tanto quieres hablar, ¿por qué no llevas a Ela contigo? Quizás ella si pueda calmar a mi hermana.

El hombre aun masticando acepto la propuesta, y como si fuera un juguete, ahora estaba bajo su vigilancia. Al menos eso era lo que sentía Ela, era pasada de mano en mano, o mas bien, de Madrigal en Madrigal.

—Supongo que se siente mal por el señor Bruno —analizó Ela ya camino al campo, admirando el cielo gris

—Oh no es por eso.. —le comento— ustedes se fueron antes de que la abuela lo anunciara, Camilo se va a comprometer con Ana.

Ela (Camilo Madrigal y tú)Where stories live. Discover now