capítulo 7

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La superficie estaba fría lo cual era perfecto para mi cuerpo. No importaba lo insoportable que resultara las bajas temperaturas mis golpes agradecían el hielo. Aún tenía un zumbido en mi cabeza como si se hubieran quedado los vestigios de los gritos pero era de una manera diferente, en un sentido desenfocado, resultaba más llevadero lidiar con el zumbido a enfrentarme con el ruido que taladraba mi cerebro.
Intente ponerme de pie y me vi recompensado por un dolor que envolvía todo mi cuerpo, apoye las manos en mi cabeza para evitar el zumbido pero no funciono lo único que logre fue sentir las mañecas en carne viva. Ahogue un grito cuando el pelo hiso contacto con esa zona tan delicada.

- Luces terrible- dijo una voz a mi espalda.

Me puse de pie de un salto aguantando las protestas de mi cuerpo. Me tambaleo un poco pero evite caerme.

Una figura se alzaba fuera de la celda.

El chico del encendedor estaba de pie mirándome como si fuéramos viejos amigos. No entendía que hacia aquí pero tampoco me sorprendió, es más  me sorprende que no me haya dado cuenta antes, es evidente que es un Castell. Sus ojos azules, cabello blanco lo único que no termina de encajar es esa sonrisa divertida que parece no abandonar su rostro. Por lo general son más serios, fríos y distantes. Lo normal. Pero a él parece que todo le da gracia, como si la vida fuera una broma y él se limitara a reírse de ella y a todo esto yo solo lo he visto una vez. Así de efusivo es.

Me erguí y cruce los brazos sobre mi pecho.

- ¿Qué quieres?- pregunte, no intente ser amable.

- Eso no es un saludo- respondió con una sonrisa.

- Perdón olvide mis modales.- dije con sarcasmo.

No parecio importarle.

Respiro lentamente antes de seguir hablando.

- Así que eres un chico problemático- dijo con un tono de evidente resignación.

Estaba mirando la celda con aire de estar analizando la situación en la que me encontraba, seguí su mirada. La celda estaba completamente sellada sin una ventana o puerta, no tenía absolutamente nada era una habitación vacía.

Después de repasar la habitación repare que no hay rejas, tampoco hay bisagras. No soy tan idiota como para creer que no tiene un truco, si fuera así de fácil no se tomarían la molestia de llevarme a un lugar del cual me puedo marchar de la misma manera en que entre.

- Es de energía- respondió como si hubiera adivinado lo que estaba pensando.

Carraspee.

- ¿Quién eres y qué quieres? – exigí.

Puso los ojos en blanco.

- Perdón olvide mis modales- sonrió burlón.

Se aclaró la garganta antes de seguir.

- Sorft solace- extendió la mano –príncipe de invierno.

Príncipe. Eso tenía lógica.

- ¿y tú eres?

Su mano seguía extendida.

- Alguien al que no le importa lo que hayas venido a decir.

Bajo la mano, pero no parecía deseccionado.

- Hard, estas verdaderamente jodido- su tono era mas bien de diversión que de preocupación

- Y supongo que debo agradecértelo.

Por primera vez su sonrisa desapareció.

- Precisamente de eso vine a hablarte

- Y yo creía que era una visita social.

Hard Where stories live. Discover now