capítulo 9

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Las pesadillas llegaron rápido. Estaba en medio de la sala rodeado de personas que miraban de una manera casi violenta, esperaban que hiciera algo. Intente moverme pero mis pies estaban anclados al suelo, un sonido se instaló en mi cerebro provocando un dolor demasiado difícil de controlar, intente hacerme un ovillo pero seguía sin poder moverme. Mis manos empezaron a temblar, la visión se me nublo y los pies se negaban a seguir las órdenes de mi cerebro. Busque su rostro, pero no logra encontrarla la sala estaba llena de personas que esperaban algo de mí. Odiaba que estuvieran allí esperaban que hiciera algo. Quería gritarle que se fueran pero era imposible hablar cuando el dolor iba en aumento. Me encogí de dolor llevándome las manos a la cabeza en un inútil intento de hacer que desapareciera. Fue inútil. Lo que sentía era demasiado para mí. No entendía como podían estar todos tan tranquilos mientras miraban como me retorcía de dolor. No comprendía como podía haberme dejado solo. Intente ponerme de pie pero el dolor era demasiado para alguien tan débil.

El escenario cambio ya no estaba en una sala no había dolor tampoco estaba siendo observado por personas con ojos violentos. Estaba en una cama cubierta de sabanas grises. Busque con la mirada la puerta que estaba entreabierta dejando pasar el sonido de una discusión. Agudice los oídos para lograr descifrar que era lo que estaban hablando.

-La próxima vez lo hará.

-Se nos termina el tiempo- le respondió una voz más áspera.

-Sabes que te quiere matar- era una afirmación.

Con un suspiro melodramático siguió hablando.

-Él me quiere matar a mí. Yo lo quiero matar a él. Existe comodidad entre asesinos.

Me levante caminando hacia la puerta, antes de llegar se cerró de golpe retrocedí hasta chocar con algo duro.

-¿Qué haces, Hard?- era la voz de ella.

-Nada- respondí girándome para verla.

Su rostro lucia cansado. Suspiro pesadamente mientras me examinaba con desaprobación.

-Ese es el problema. Nunca haces nada.

Antes de poder decir algo un dolor se instaló en mi cabeza y se fundió todo en negro.

Me hice un corte en cada maldita muñeca levantando el rostro para verlos a todos. Mi respiración era irregular pero estaba decidido a no dejarme vencer por el dolor que amenazaba con derrumbarme en cualquier momento. No quería fallar otra vez. Sus miradas eran inquisidoras pero ya no tenían el efecto de antes. No me importaba. Sabía perfectamente lo que querían el único problema era que no se los podía dar y el tiempo se estaba agotando. Lo único que me mantenía en pie era saber que lo que estaba haciendo era para algo más grande que todos. No existía otra alternativa las cosas eran como eran. Me lleve la muñeca a los labios bebiendo la sangre que se escurría de la cortada. Una mujer cubierta con una capa se acercó pronunciando hechizos de des memorización antes de poder protestar mi mente se durmió.

Estaba en casa rodeado de cuerpos que se apilaban en el centro de la sala cubiertos de un líquido dorado que se esparcía por parte del suelo. El mármol blanco estaba manchado de dorado, pero no era por casualidad no era coincidencia. Era una marca. Una marca de invocación trate de apartarme pero mis pies no respondieron, un sudor pegajoso se extendió por todo mi cuerpo haciéndome consiente por primera vez que no estaba solo en la habitación. Las personas estaban viéndome fijamente como si fuera la criatura más maravillosa nunca antes vista, no reconocía quienes eran pero ellos no apartaban la vista esperando que hiciera algo. Desvié mi mirada por toda la sala hasta que un reflector de miedo me devolvió el reflejo y fue cuando entendí lo que estaba sucediendo. Intente apartarme, alejarme, gritar pero no logre moverme del lugar. Mis pies estaban clavados a aquella maldita sala. Un chirrido me aparto de mis intentos de huir de lo que se avecinaba.

Una pared transparente cubrió a las personas que estaban observando en la sala, retrocedieron un paso todos en perfecta sincronía para admirar el espectáculo. Yo era el espectáculo.

No recordaba que es lo que estaba haciendo pero era claro que algo importante estaba ocurriendo.

El miedo me estaba susurrando que corriera pero nunca he tenido el coraje para salir corriendo.



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