𝑃𝑟𝑜𝑙𝑜𝑔𝑜

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-Vale, ¿ves ese árbol?

-Charlie, estamos en el Bosque Prohibido, veo muchos árboles.

Es su última cita en Hogwarts, la última antes de que salgan al mundo exterior, a ser adultos completos. La graduación es al día siguiente, demasiado pronto para que puedan salir con el tren y el resto de los alumnos. Y allí están, en una manta de picnic en mitad del Bosque Prohibido. Se han cruzado con los centauros cuando entraban y uno de ellos -Charlie le había llamado Torvus- les había dicho dónde estaba el mejor lugar para pasar la noche.

-Culpa mía, tenía que haber especificado más, digo aquel, el que está bajo la estrella Polar -dice el chico y señala a un punto.

Dawn al menos sí que sabe encontrar la estrella Polar y, una vez la encuentra, ve el árbol al que se refiere Charlie. Aunque no entiende por qué le ha dicho que miren ese árbol.

-Ya lo veo, ¿qué tiene de especial?

-Nada, no tiene nada de especial -responde el chico y Dawn se gira a mirarle, levantando una ceja-. Es como todos los demás árboles que hay aquí y, aún así, me ha llamado la atención.

-No entiendo a donde quieres llegar, Charlie -responde Dawn, mirando a su novio, que suspira.

-Solo decía que ese árbol tiene mucha suerte porque me he fijado en él.

Dawn gira en la manta de picnic hasta quedar bocabajo y se apoya en su brazo para mirar a su novio. Ha dejado de mirar al árbol para mirar a las estrellas que brillan sin su máxima potencia por la luna llena de esa noche. No puede evitar estirar la mano hasta la mejilla de su novio y acariciarla.

-¿Qué era lo del árbol, Charlie?

El chico suspira y deja de mirar al cielo para mirarla a ella. Dawn podría perderse en sus ojos azules durante horas y no se aburriría lo más mínimo.

-Yo soy ese árbol -empieza a decir y Dawn no puede evitar reírse-. ¡Voy en serio!

-¿Desde cuándo eres un árbol? -dice ella, riendo esa vez.

-Digo que soy como todos los demás -dice Charlie y Dawn deja de reír para mirarle.

-¿Tú? ¿Cómo todos los demás? -le pregunta y Charlie asiente-. ¿En qué mundo?

-En este y en todos, Dawn, soy del montón, pero tengo la mayor suerte del mundo.

Dawn no puede evitar sentarse, indignada, ¿qué demonios está diciendo su novio?

-¿Cómo que eres del montón, Charlie? ¿Se te han olvidado todas las ofertas que has rechazado para jugar al quidditch de forma profesional? -empieza a decir Dawn y parece que Charlie va a decir algo, pero Dawn le corta-. ¡Eres el mejor buscador del colegio! Tienes una mano espectacular con los animales y eres el Premio Anual al que todos buscan cuando necesitan ayuda.

-En eso te equivocas, a quien buscan es a ti -responde el chico y Dawn chasquea la lengua.

-Solo los de primero, el resto están demasiado asustados porque soy de Slytherin y lo sabes.

-Pero los de primero te adoran, así que ya tienes un gran ejército de mostruitos a tus pies -Dawn niega ante las palabras de su novio y él también se sienta en la manta-. Lo único que decía es que yo no tengo nada que llame la atención y, aun así, me has elegido a mí, Dawn. A mí. Que no era capaz de hablar contigo durante las rondas de prefectos una vez me di cuenta de lo mucho que me gustabas.

-Y tú tienes a todo el colegio comiendo de la palma de tu mano, Charlie, podrías haber elegido a quien fuera que te hubiera dicho que sí al instante, quien tiene suerte soy yo.

Se lo va a decir. Esa misma noche. Se lo va a decir porque es el momento perfecto y lleva ya meses callada, siempre con las mismas dos palabras atrapadas en sus labios, deseando salir una y otra vez con cada cita. Se acerca a él, sonriendo y Charlie le devuelve la sonrisa.

-Y tú vas a ser el mejor magizoologista de todo el mundo -determina la chica, sonriendo aun más-. Vas a tener no solo a todos tus compañeros encantados, también a tus criaturas.

Cuando le besa, Dawn siente que está en las nubes. Los labios de Charlie son más adictivos que las ranas de chocolate, las plumas de azúcar y las varitas de regaliz juntas. Se acerca más a él, subiendo la mano hasta la cabeza del chico y entonces él les tumba de nuevo sobre la manta, lentamente, sin que rompan los besos en ningún momento.

La luz de la luna les ilumina perfectamente cuando los dos están tumbados de lado en la manta, completamente pegados. Se alejan a la vez, se miran a los ojos y Dawn sabe perfectamente que, esta vez, no va a poder volver a callarse. Lo ha decidido antes de besarle, lo mantiene ahora, por eso lo dice.

-Te quiero.

Pero no es la única que lo ha dicho, no. No puede evitar sonreír de oreja a oreja al oír a su novio. Lo han dicho a la vez, la quiere. La quiere. Y ella le quiere, le quiere con locura. Los dos se ríen, vuelven a decirlo, una y otra vez. Ya no hay forma de guardar los te quiero, solo salen, una y otra vez, entre besos, entre caricias, cuando se quitan la ropa mutuamente.

Cuando, por ser la primera vez, duele.

Cuando se quedan dormidos, abrazados y sonriendo. Cuando se despiertan y se dan cuenta de que llegan tarde a la graduación.

Llegan corriendo, de la mano y riendo sin parar mientras que suben al escenario e intentan dar el discurso que tienen ambos preparados como Premios Anuales. Sus manos están entrelazadas durante todo el discurso, uno que acaba con otro te quiero que todo el mundo oye.

Porque Dawn y Charlie se quieren y eso es algo que nadie podrá poner nunca en duda.

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En realidad yo no pensaba escribir un prólogo, os iba a lanzar a la historia la semana que viene sin más, pero después de darle unas cuantas vueltas salió y aquí lo tenéis. Aquí les tenéis.

Os veo el próximo martes con el primer capítulo y en este mes de abril solo subiré dos, pero en mayo... en mayo se vienen las actualizaciones semanales y que ganas tengo.

Mil gracias por leer esta nueva locura ❤️

Mil gracias por leer esta nueva locura ❤️

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Efecto Coriolis [Charlie Weasley]Where stories live. Discover now