Efecto Coriolis [Charlie Weasley]

𝑇𝑟𝑒𝑖𝑛𝑡𝑎 𝑦 𝑑𝑜𝑠

—Quiero que guardéis los libros.

Empiezan los murmullos en la clase y a Dawn no le extraña, es la primera vez que lo dice desde que lleva dando clase en septiembre. No está mirando a los alumnos, ha elegido a los de séptimo porque confía en que ellos vayan a hablar, sobre todo porque Fred y George están en esa clase. Si quiere que algo se extienda solo tiene que contar con ellos dos y todos sus amigos, no ha visto a un grupo más cotilla de alumnos que ellos.

—Sacad las varitas, es hora de ver el currículum práctico de séptimo curso.

Se gira, dejando de ocultar la pizarra. Ha detallado exactamente todos los hechizos que van a tener que aprender durante los próximos días y, espera, que semanas. Sabe que los conocen porque ha conseguido sacarle a Harry lo que les ha ido enseñando en su club de defensa, así que no va a tener que enseñarles como ella no ha usado esos hechizos más que para memorizarlos. Si Aidan no quiere dejarla dimitir va a conseguir que la echen y así es como lo va a hacer, dejándoles que usen la magia en clase y que practiquen todo lo que deberían saber ya. Están casi en febrero, por Morgana, los exámenes están a la vuelta de la esquina y no pueden estar menos preparados. Ella pasó por los ÉXTASIS preparada y aún así estaba demasiado nerviosa, no puede imaginar cómo estarían ellos en caso de que no practicaran nada.

—Empujad los pupitres, vamos, quiero un espacio amplio en la clase, que podáis estar por parejas practicando.

Los murmullos siguen mientras se levantan y empujan las mesas y las sillas hasta las paredes, pero ahora los murmullos son de emoción y, pronto, dejan de ser murmullos para ser voces normales. Lo siente muchísimo por todos ellos, de verdad, nada le gustaría más que seguir allí para protegerlos de lo que sea que puede mandarles el Ministerio, pero ella no es la persona adecuada para ello, nunca lo ha sido, tiene que irse de allí igual que tiene que dejar su puesto en la estúpida delegación.

—¿A qué esperáis para empezar a practicar?

Confía en que los gemelos vayan a ser los primeros en lanzarse y no se equivoca con ellos. A los demás parece darles algo de cosa, pero cuando ven que no les regaña, si no que les da algunos apuntes teóricos sobre cómo se supone que tienen que lanzar los hechizos y funciona. Así que, pronto, toda la clase está disfrutando con los pequeños duelos que hay y todo acaba tan rápido que Dawn no es consciente de ello.

Ha elegido a los de séptimo para dejar que los rumores empiecen, sabe lo que hace, por eso la clase antes de la comida es el momento perfecto para empezar. Y luego dar una clase teórica a los alumnos de segundo y otra a los de quinto. Pero cuando llegan los de primero a primera hora del día y les hace mover los pupitres... Ahí es cuando los rumores terminan de dispararse y ya nadie sabe qué esperarse de las clases.

Y Dawn no puede negar que le está gustando ese caos, sobre todo lo que le cuentan los elfos domésticos porque ella no sale de su despacho, es lo mejor, dejar que todo sea caótico y ella no diga nada, no haga ninguna muestra. No se inmuta cuando ve las caras de decepción de los alumnos o cuando ve las de emoción porque tienen que mover los pupitres.

No, Dawn solo espera a que llegue su carta de despido, la que le haga hacer las maletas por completo y despedirse de todo el mundo. Se imagina que llegará con el desayuno, informando de que tiene que abandonar el colegio ese mismo día. Le dará tiempo a despedirse de sus alumnos y podrá desearles suerte. Y puede que les anime a ser un poco más rebeldes, pero eso es algo que como profesora no puede hacer en esos momentos.

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El caso de Sirius Black es un completo caos. Ha leído todos los periódicos del 1 de noviembre de 1981 de arriba a abajo, muggles y mágicos. Ha intentando contactar con algunos de los testigos que se mencionaban en el artículo mágico, pero ninguno de ellos ha contestado y lo que menos ganas tiene Dawn es de cometer un delito para conseguir recuperar esas memorias.