𝐷𝑖𝑒𝑐𝑖𝑠𝑒𝑖𝑠

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Dawn no recordaba que la vuelta a la rutina podría ser tan dura. Después de haber estado dos semanas de vacaciones ahora se le hace cuesta arriba levantarse de la cama todas las mañanas para ir al Ministerio. Tiene que ir por las mañanas para rellenar papeles y por las tardes suele acabar en el despacho de Bree en Canadá o en el de Damiano en Italia.

Sus amigos son bastante tontos porque cada día la llaman con una cosa distinta que definitivamente pueden solucionar ellos solos, pero que casualmente necesitan el consejo de Dawn, que tiene menos experiencia que ellos. Y como a Ian parece hacerle mucha gracia que sus amigos la reclamen tanto, no duda en mandarla con ellos una y otra vez.

También está todo el tema con Aidan. El chico no se rinde e intenta, como puede, quedar con Dawn para lo que ella entiende que es una cita, pero la verdad es no tiene ningún interés en hablar con él, ni siquiera cuando lo disfraza de algo del trabajo y se lo pasa a Ian sin ni siquiera pestañear.

Por último, queda solucionar algunas cosas en Rumanía. Dawn no sabe como lo hace Ian, pero siempre tiene algo para el viernes a última hora y algo para el lunes a primera hora, con lo que tiene que pasar el fin de semana en Rumanía porque, también casualmente, le han quitado el permiso para hacer ella misma los trasladores.

Dawn duda que eso sea cierto, pero no ha encontrado ningún trozo de papel que lo niegue, así que tiene programados un traslador para el viernes después de comer para ir a Rumanía y otro que la deja de vuelta en Inglaterra el lunes después de comer. De verdad que Dawn intenta creérselo, pero las cosas que le propone Neagu empiezan a ser cada vez más de risa y llevan un mes con ello.

Un mes en el que todavía no ha visto a Charlie porque no se atreve a acercarse al Santuario de dragones. Siempre que se acerca a él acaba con ellos en la cama como tengan una cerca y, si va, la de Charlie estará demasiado cerca. Y si le dice que vaya será la de Dawn la que esté demasiado cerca. No quiere volver a acabar con Charlie en la cama, necesita un poco de espacio. O al menos eso es lo que le explica a Bree.

Otra tremenda casualidad que no tenga que ir a Rumanía un fin de semana en febrero cuando menciona que Bree la ha invitado a su casa. Se suponía que estaba yendo porque todo el plan de integración multicultural tenía que ir a la perfección y, justamente, ese fin de semana, no hay ningún problema con que se vaya. Tampoco se va a quejar, claro, pero no puede dejar de reír durante todo el día cuando se lo dice Ian.

—¿Seguro que no pasa nada si no voy? —le pregunta varias veces e Ian asiente—. Pero el proyecto...

—El proyecto está bien, sí, además Neagu se iba con su nieta o algo así —responde el hombre y Dawn aguanta la risa.

El proyecto no existe, lo sabe porque no han presentado todavía ni un solo papel cuando deberían haberlo hecho el año anterior. Pero sigue fingiendo que no lo sabe porque le gusta demasiado la habitación de hotel que tiene en Rumanía.

También le gusta tener la posibilidad de ir a ver a Charlie si quiere.

Sigue trabajando toda la semana como si nada y, cuando llega el viernes, lo hace con su maleta y un poco de mal humor porque no ha podido dormir nada por la lechuza que había mandado Bree de madrugada. La letra era demasiado rápida y nerviosa, pero Dawn había entendido lo suficiente. Habría una fiesta en casa de Bree el sábado por la noche y le había dicho que había invitado a Charlie.

No sabía si su amiga no la quería o qué, pero definitivamente iba a acabar con ella cuando llegase a Canadá. O al menos, era la idea de Dawn, pero cuando el traslador la dejó frente a una mansión solo pudo quedarse quita, mirando lo que tenía delante de sus narices.

¿Acaso se había equivocado? Bree había dicho que la invitaba a su casa, no que la invitaba a su mansión con fuentes en la entrada y grandes rosales que adornaban la parte delantera de la casa.

Efecto Coriolis [Charlie Weasley]Where stories live. Discover now