53

3.2K 534 1.1K
                                    

53

Junio, 1986

En una rutina a la que se había acostumbrado, Xiao Zhen alistó a Nana. A lo lejos podía distinguir la voz de Irina conversando con uno de los empleados, sus voces difuminadas eran una música de fondo junto a la melodía infantil que le tarareaba a su hija al peinarla. Luego, la tomó en brazos y salió del cuarto de Nana, que en su juventud le había pertenecido a él. Pasó por el largo pasillo que conducía a la sala de estar, evitando como siempre observar la entrada. Se encontró a Irina en la cocina, charlaba con el jardinero desde la ventana. Iba con un vestido ligero y floreado y un coleta alta y crespa.

—Con Nana saldremos a pasear —avisó.

Irina se giró hacia él, sus cejas se alzaron.

—¿De nuevo? —le preguntó—. Has salido toda la semana con ella.

¿Se debería tal vez al hecho que no le gustaba esa casa? La habría derrumbado y quemado si hubiese tenido la oportunidad. Pero la vivienda le seguía perteneciendo a su padre a pesar de que este se encontrase viviendo en una parcela a trescientos kilómetros de la capital.

—Nos gusta salir a pasear —se excusó Charles.

Sobre todo ahora. Sobre todo porque sus piernas siempre lo dirigían hacia un local que todavía estaba en construcción.

—Iré a cambiarme de zapatos y los acompañaré —propuso ella.

—No es necesario —dijo con nerviosismo—. Solo caminamos sin rumbo.

Y antes de que Irina pudiese interrumpirlo una segunda vez, escapó de la cocina con Nana. No se arriesgó en ir por la carriola de Nana, así que la cargó todo el trayecto hacia el local. Cuando divisó a la distancia los volantes de seis colores que Liú Tian había instalado en la vitrina, aceleró el paso.

Estaba llegando a la cafetería al percatarse que Liú Tian se encontraba sobre una escalera de madera. Llevaba puesto un delantal oscuro para proteger su ropa y un pañuelo como cintillo para apartarse el cabello del rostro. A pesar de eso, tenía manchas de pinturas en todas partes.

Charles dudó antes de acercársele, porque aquello que Liú Tian intentaba ocultar bajo una capa de pintura, era un grafiti dibujado sobre el nombre de la cafetería.

«Maricón», decía.

Estaban a unos metros cuando el chico se percató de ellos.

—¡Nana! —gritó desde la escalera.

—Ten cuidado —le pidió Charles al verlo bajar de un salto.

—Dame a mi niña —ordenó estirando los brazos.

Con una sonrisa, Charles dejó a Nana en el suelo y la sujetó de su mano pequeña. Con pasos estables, la niña avanzó a toda velocidad hacia Liú Tian.

—¡Titi! —gritaba ella, en un claro diminutivo de «tío Tian».

La soltó cuando Liú Tian la envolvió en un abrazo apretado. Fingió que le comía la mejilla mientras Nana se reía. Charles se posicionó a su lado.

—¿Y no vas a saludarme a mí?

—Sobras en la relación, Charles —bromeó Liú Tian.

De todas formas, se colocó de pie sujetando a Nana solo con un brazo. Con su mano libre, tocó la suya. Sus dedos le acariciaron la palma. Sonrojado, Xiao Zhen desvió la vista hacia el cartel.

—Ni te enojes —le dijo Tian—, no es la primera vez que lo hacen ni será lo último.

—Pero, Tian...

Decalcomanía (Novela 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora