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Julio, 1979.

La música sonaba fuerte desde el carrusel que se ubicaba en la estación de trenes, el cual giraba con un par de niños gritando emocionados sobre los caballos. Las locomotoras metálicas, recientemente renovadas, anunciaban un pronto viaje a través de los silbatos que portaban los acomodadores y que se perdían entre el ruido. La gente corría por todos lados con alboroto, mientras Liú Tian se abría paso entre ellos para llegar a una cabina telefónica. Con manos nerviosas, rebuscó en su bolso aquel papel arrugado que había lanzado en uno de los bolsillos hace semanas.

Estaba seguro de que lo había dejado por ahí, debía estar en uno de los bolsillos...

Sus dedos rozaron una pelota de papel y la sacó con un chillido victorioso. Lo desdobló e ingresó a la casilla. Metió las monedas a la máquina y leyó las instrucciones. Apretó el # e hizo girar la rueda. Marcó uno por uno los números mientras el disco rotante regresaba al inicio en cada oportunidad.

Se mordió el labio con nerviosismo cuando llevó el auricular a la oreja. Escuchó el tu-tu-tu-tu pausado que indicaba conexión. A los segundos colgó y apretó el botón grande y tosco que sobresalía de la máquina para que le devolviese su dinero. Las monedas cayeron y las ingresó otra vez al teléfono al descolgar. Repitió por segunda vez la operación. Se rascó el cuello y repitió una tercera vez la operación cuando nadie contestó.

Se mordió el dedo.

Me está evitando, pensó marcando con impaciencia. Llevaba dos semanas sin ver a Xiao Zhen. Lo que al principio pareció mera casualidad, no lo era: Charles lo estaba evitando. Las cosas entre ellos no estaban bien, no lo estaban.

No lo estaban.

No lo...

—¿Aló? —contestó una voz rasposa al otro lado de la línea.

No era Xiao Zhen.

Liú Tian comprobó que solo tenía treinta segundos antes de que sonase el pito anunciando que la llamada estaba por finalizar.

—Llamo por parte de la universidad —respondió Liú Tian engrosando la voz—. ¿Se encuentra el alumno Xiao Zhen? Lo estamos buscando para darle una información sobre la matrícula del próximo semestre.

Quince segundos.

—Deme un instante —dijo quién debía ser un empleado de la casa Gautier.

Diez segundos.

Cinco.

—¿Aló? —ese era Xiao Zhen.

Sonó el pito de advertencia.

—¡Soy Tia...!

La llamada se cortó.

Liú Tian rebuscó con impaciencia más monedas en su pantalón. Colgó y volvió a agarrar el auricular, afirmándolo contra su hombro mientras metía el dinero y marcaba por cuarta vez.

—¿Aló? —contestó Xiao Zhen al primer tono.

—¿Alguien está escuchando?

—Mm, no.

—Bien —Liú Tian tomó aliento—. Te odio, Xiao Zhen. Eres el peor novio de la vida entera. Llevo dos semanas extrañándote y buscándote y tú solo...

—Ti... Roberto Carlos.

A Liú le dio un ataque de risa. Intentó recuperarse lo más pronto posible, recordó que estaba enojado con ese chico, no se podía andar riendo de sus bromas.

Decalcomanía (Novela 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora