Cap 56. La tierra se mueve

55 9 6
                                    

Rose Hargreeves

La soledad siempre fue mi refugio, si no estás rodeado de personas, ¿por qué preocuparte si vas a lastimar a alguien? Además, así, tampoco sales herido tú. Siempre me ha gustado la soledad pero, más que un hogar, lo siento como un escape, una salida, lo malo es que esa misma soledad juega en contra mía y de mi mente, y hace que recuerde todas las veces en las que herí, fallé, torture, y mate a alguien.

Solo que, por más que me alejé para poder proteger a los demás de mí, hay una persona la cual siempre regresa a ver qué es lo que me pasa y qué es lo que estoy pensando. Y en este momento está viniendo detrás mío caminando sobre el techo de la academia, que es donde estamos viendo el atardecer.

Cinco: ¡Al fin te encontré! - exclamó sentándose junto a mí, al parecer se había tardado mucho en encontrarme-

Y aquí estaba una vez más mirando al chico de ojos verdes más curioso y metiche que había conocido en mi vida entera, no importaba cuántas veces me metiera en problemas él siempre estaba para apoyarme en mis problemas. Podía sentir como su mirada estaba sobre mí examinando me, tratando de entender lo que me había pasado y él porque estaba así.

Rose : Deja de mirarme Así es molesto -el no tarda en mirar hacia el atardecer de nuevo-

Cinco: No te sientas mal, estuvo bien lo que hiciste. -me consoló, como si lo necesitara después de haber peleado con Diego y haberlo aventado a una pared-

Rose: No me siento mal, se lo tenía merecido.

Cinco: ¿Entonces por qué estás aquí?

Odio que haga eso, siempre conociendo y espiando cada movimiento que hago para luego alardear cómo me conoce.

Cinco: Siempre que vienes para acá es para no estar con gente.

Rose: Y aún así estás aquí.

Cinco: -formo una sonrisa petulante como de costumbre- Pero te encanta mi compañía. Porque sabes que soy el único que no te juzgará por hacer lo que hiciste. Al contrario de nuestros hermanos.

Yo lo sabía muy bien, más que nadie, sabía que a pesar de que estuviera rodeada de personas buenas y empáticas Cinco era el único que tenía algo que muchos no: Me entendía. Y se aprovechaba de eso, pero aunque él no lo admitiera sabía que también le gustaba mi compañía por esa misma razón.

Nos envolvió un silencio bastante cómodo, nosotros estábamos acostumbrados a eso, no éramos de los que hablábamos mucho entre sí a menos de que fuera algo importante para poder analizar, pero de resto, el silencio era la mejor forma de comunicarnos. De repente se me ocurrió una pregunta ni sé de dónde salió.

Rose: Tantos lugares a los que podríamos ir ahora... ¿No has pensado en irte? -el volteo a mirarme, su cara totalmente sin expresión, seria- ¿Nunca lo has hecho? Digo... Con tu poder, podrías estar en Europa ahora mismo.

Cinco: Pero, yo ya me fui... -sus palabras hicieron que mi corazón comenzara a acelerarse- Ya no estoy aquí... Tu me dejaste ir.

Tu... me dejaste... ir...

Después de escuchar esas palabras mi corazón comenzó a latir con tanta fuerza que creí que se iba a salir de mi pecho. Mis manos comenzaron a temblar de la nada y mi respiración se estaba volviendo irregular. Cerré los ojos para mantener la calma mientras esas palabras se repetían en un eco una y otra vez. Un fuerte viento comienza azotar mi cabello, el olor a humo penetra mis fosas nasales y llega hasta mi garganta.

No sé por qué un silencio repentino aparece y luego escucho como si se estuvieran quemando cosas. En ese momento abro los ojos y me doy cuenta de que no estoy en el lugar de antes. En este lugar hay escombros, fuego, humo y todo está desolado, pareciera la escena post-apocalíptica de una película.

Los jóvenes HargreevesWhere stories live. Discover now