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Corea del Sur
Base militar Hwa-rang

Yangmi junior echó su rostro hacia atrás y vio quién la tenía casi inmóvil, la apretaba con unos brazos fuertes y su espalda topaba con un pecho duro.

—¡¿Quieres soltarme de una vez?! ¡¿Quién te crees que eres para cogerme así?! —le daba voces con un enfado enorme y se retorcía sin conseguir zafarse.

Osaka por el otro lado lidiaba con una Ha-ri histérica.

—¡Perra! ¡Cómo me vuelvas a tocar te mato! —gritaba mientras se intentaba soltar del pobre que la agarraba con fuerza.

—¡La que te mataré seré yo en cuanto éste me suelte! ¡Joder....que me sueltes! —dijo entre dientes por hacer fuerza para soltarse sin conseguir resultado ninguno por los músculos de Jungkook.

—¿Quieres que te encierren en las mazmorras por el primer día? —le dijo éste entre divertido y molesto.

—¿Mazmorras? ¿Eres tonto? Eso ya no existe, ¿Vives en la edad media? ¡Que me sueltes cavernícola!

Estaba tan divertido viendo que le ganaba en fuerza y por eso se retorcía molesta que no se dió cuenta que sus superiores venían alarmados por las voces. Se plantaron ante ellos.

—¡Firmes! —gritó con voz potente uno de ellos.

Todo se paró de golpe, todos ya callados  miraron asustados al que vociferaba. Era el soldado que tenía la cicatriz en su pómulo derecho y que los recibió cuando llegaron.

Jungkook al entender que eso era un gran problema, que si su padre se enteraba iba a ser muy perjudicial para él soltó de golpe y sin reparo a la que tenía en brazos.

Yangmi cayó de bruces al suelo sin darle tiempo a poner las manos por lo precipitado de la acción y por estar mirando al tipo que les dió la orden de parar.

—Me cago en..... —dijo poniendo después su mano en su nariz que sangraba.

—¡¿Creéis que estáis en el colegio?! ¡¿Pensáis que ésto es el recreo?! —seguía aquel soldado dando voces.

Ella se levantó y miró a Jungkook con los ojos entrecerrados, tapando su nariz con su mano y maldiciendo en su interior. Él miró a otro lado cómo si no fuera con él.

—¡Andando! ¡Los cuatro seguirme! —les dijo él que mandaba allí de pronto.

—Señor yo no.... —protestaba Jungkook.

Pero la mirada que le echó el soldado hizo callar lo que iba a decir, así que molesto el que miró ésta vez a ella mal fue él.

Los otros ni protestaron, empezaron a andar sin ganas y enfadados.

Después de media hora de nuevas voces reprochando su actitud estaban los Junior en una gran cocina. Allí es donde se preparaba toda la comida de la base militar.

Tenían que fregar montones de platos, ollas y numerosos utensilios que había allí por todos lados.

Osaka y Ha-ri tuvieron peor suerte, les tocó limpiar los baños.

Una vez puestos en faena Jungkook y Yangmi se miraban con rencor y no quería ninguno hablar, hasta que él ya no pudo evitar decir lo que pensaba de ella.

—Eres una malcriada —dijo Jungkook de pronto, ella lo miró de mala gana.

—Y tú eres un creído y prepotente —dijo ella mientras fregaba uno de los grandes cacharros molesta.

—¿Te crees la justiciera? ¿Crees que ésto es tu barrio? Sabe Dios de dónde vendrás —seguía él blasfemando.

Ella suspiró molesta y con la olla llena de espuma y agua que tenía en las manos, sin pensarlo dos veces, se la lanzó a él que no lo esperaba en absoluto.

Impactado por verse chorreando y sucio por la suciedad que tenía el agua y que encima apestaba a comida rancia la miró con tal furia que ella se movió hacia atrás, sabía que no se quedaría quieto.

—¡No te atrevas a tocarme! —andaba Yangmi hacia atrás y lo señalaba con la paleta de madera que había cogido rápidamente del fregadero.

—Alguien tiene que enseñarte modales, alguien tiene que dejarte claro que tus malos actos tienen consecuencias —le decía Jungkook acercándose lentamente a ella con cara de pocos amigos.

Ella se volvió rápidamente y echó a correr por la cocina tirando las ollas que se encontraba a su paso a los pies de Jungkook para pararlo y que no la cogiera.

—¡Cuando te coja te retuerzo el pescuezo, cómo Jeon Jungkook junior que me llamo! —le gritó.

La otra se puso tras una mesa frente a él, uno se movía hacia un lado y el otro al lado contrario, allí estaban mirándose sin llegarse a acercarse ninguno.

—¿Junior? Yo también soy Junior —dijo ella divertida por ver que no la cogía— ¿Jungkook? ¿Dónde sentí yo ese nombre? —se despistó un momento por pensar que ya lo había escuchado en algún sitio y él la atrapó.

—¡Te cogí! —por la fuerza cayó ella sobre la mesa de madera y Jungkook se tendió encima de ella, por un momento se miraron a los ojos, allí se quedaron hipnotizados.

Yangmi contempló los ojos negros de Jungkook tan cerca de los suyos que un escalofrío recorrió su cuerpo, eran más redondos que los de los chicos que ella conocía. Además su piel no era del todo blanca cómo los de su raza. Los coreanos eran de tez de nácar y él tenía un leve tostado que la hizo quedar cegada por su belleza algo salvaje.

Jungkook quedó atrapado también por el aroma que ella desprendía, lo primero que se fijó fue en aquella piel expuesta de su cuello, le entraron ganas de posar sus labios allí, dónde su vena horta bombeaba salvajemente la sangre, sus ojos miel también le parecieron preciosos y sus labios rosados lo invitaban a atraparlos con los suyos.

La soltó de repente intentando dejar atrás todo lo que su cuerpo le pedía, no podía enredarse con una chica que estaba tan loca cómo un cencerro. Lo que le ocurría es que llevaba muchos dias sin estar con una chica y por eso cualquiera era buena, pero que fuera ella lo molestó enormemente, ella no era su tipo, contestona, altanera y poco femenina.

Se alejó molesto y ella se levantó aún desconcertada por haber tenido esos pensamientos por un chico que le gustaba gustar a todas, que le daba igual la que se pusiera a tiro, así que ella no iba a caer en sus redes de ningún modo.

Los dos al fin hicieron el trabajo del castigo callados y cada uno absorto en sus tontos pensamientos..............

Mafia Jungkook. Mi Vida, Mi AmorWhere stories live. Discover now