Aprendí a llorar 1/3

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El café caliente y espumoso junto con el pan esponjoso y la mermelada, el queso y algunas galletas de dulces sabores estaban en la mesa esperando como ana a que llegara Verónica.

Ana caminó de la sala a la cocina y viceversa, miró el reloj cada segundo y eran las 8:15 pm. La señora estaba 15 minutos tarde, lo cual le es extraño porque siempre llegaba a tiempo.

-Si sigues así harás un camino que a vero no le va a gustar.-Se burló Gabriel.

Ana lo miró un poco preocupada.

-Ya debería est...

Tres golpes en la puerta hicieron que Ana corriera hacia allí, se acomodó un poco la ropa y dejó escapar un pequeño suspiro antes de abrir la puerta y encontrar a Verónica quien pintó una sonrisa en su rostro al ver a la joven a pesar de sonreír su rostro mostraba cansancio.

-Bienvenida.-Sonrió de manera tierna.

Las dos sonrieron se sonreían, siendo observadas por Alberto a quien le hizo gracia que Ana siguiera en la puerta y que Verónica aún no capaz de pasar a su propia casa. Si hubiera sido en otra temporada tal vez se quedaría viéndolas pero ahora estaba comenzando el frío y no quería que sus amigas tuvieran un resfrío, por lo que con gran pesar tuvo que interrumpir.

-Mi vero, déjame ayudarte con ese bolso.-Se ofreció, y sin respuesta, tomó el pesado bolso de Verónica.-Dejen de mirarse y pasen de una vez.

Verónica lamió su labio inferior y rodeó los ojos. Ana sólo se dedicó a correrse a un costado para que la señora pudiera pasar.

-Mmmm que rico se huele aquí adentro y que calor hace también.-Dijo en cuanto se quitó el abrigo y olió el café y el pan, también aprovechó el calor del lugar, ana tomó el abrigo de Verónica y lo colgó.-Bueno, gracias.

Ana se paró justo frente a ella y con las manos juntas frente a su estómago preguntó:

-¿Gusta pasar a tomar un café o prefiere darse una ducha antes? Preparé la bañera con agua caliente para que se relajara.

Verónica miró a Juan y luego a Ana, se rió con cariño. En un momento, le fue gracioso que Ana tuviera ese tipo de atención por ella.

-No pues, creo que me ha extrañado mucho.

-Parecía loca, no tenía a quien molestar.-Bromeó alberto.-Chaparra, te dejo la maleta en tu habitación.

-De acuerdo, gracias.

Alberto subió las escaleras dejando solas a Ana y Verónica, la mayor dirigió su mirada a la menor quien la miró de arriba abajo rápidamente.

-¿Qué sucede?-Preguntó en voz baja.

-Yo... sí la extrañe mucho.-Bajó la mirada.-Solo fueron tres días pero... nunca me separé tanto de usted.

Vero sonrió de lado.

-También te extrañé.-Confesó la castaña.

Ana levantó la vista ahora un poco menos avergonzada y miró a los ojos verdes de Verónica.

Poco a poco, caminó hacia ella y sin querer pensarlo mucho, rodeó la cintura de la mujer con sus brazos y apoyó la cabeza en su pecho, formando un abrazo que tomó a Verónica por sorpresa, pero ella se lo devolvió después de unos segundos.

-Te quiero... anilla.-Depósito un suave beso en su cabeza.

Ambas se extrañaban y lo sabían. Cualquiera que viera el abrazo desde otro ángulo juraría que es el abrazo más incómodo que dos personas pueden darse, pero no; se sentían muy cómodas en los brazos de la otra.

Solo quiero ser amadaWhere stories live. Discover now