La carta 1/2

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Después de esa pelea y una vez que el enfado se calmó, supo lo estúpido e innecesario que había sido, podrían haberlo resuelto hablando, pero ambas estaban cegados por el enojo y la mala voluntad que tenían al hablar. Decidió dejar que la castaña terminara de cocinar y fue a poner la mesa solo por hacer algo más que no sea quedarse ahí después de aquella confesión.

<Porqueteamo.porqueteamo.porqueteamo>Esto se repetía en su cabeza mientras ponía los platos sobre la mesa. ¿Realmente la amaba o lo dijo por puro nerviosismo? Ella no lo sabía, y puede que nunca lo sepa, pero sabía lo que sentía, y estaba segura o casi segura de que la señora sentía algo similar.

-¿No piensas hablarme?-La voz de la doña la sacó de sus pensamientos.-¿O Verónica ya te pego la sordera?-Rió.

-¿Qué?-La miró desentendida.-Discúlpeme... estaba pensando.

-Uhmm.-Asintió mirándola de arriba a abajo.-¿Entonces sí o no?

-eh...-Tartamudeo.

La doñita estampó su mano contra su frente.

-¿Quieres hacer un picnic conmigo?-Repitió su pregunta al darse cuenta que la menor no había escuchado nada de nada.

Ella ni se lo pensó y dio una respuesta afirmativa, terminando de arreglar los cubiertos y satisfecha con el resultado. Miró la mesa y se llevó la mano a la boca y se mordió la uña. Necesitaba hablar con María sobre lo que Verónica le había dicho en esa pelea.

-¿De qué manera se puede amar a una persona?-Mordió su labio inferior.

La doña la miró con curiosidad y una sonrisa pícara mientras inclinaba la cabeza.

-¿Ya te ha dicho que te amaba?

Ana se sonrojo al instante.

-Sí, pero no sé en qué sentido.-Rasco su nuca.

-¿Y si mejor lo averiguas?-Le guiño un ojo y salió de la sala.

Increíble. Buscaba ayuda para aclarar sus dudas y terminaron por confundirla aún más, suspirando salió del comedor y fua a las escaleras; quería ponerse un vestido más cómodo. Cuando abrió la puerta vio su guitarra en la cama le pareció extraño como no la habia dejado allí, se acerco todavía intrigada y pudo ver que la cuerda que había sido cortada fue reemplazada por una nueva, sus ojos fueron atraídos por una nota que estaba dentro de la guitarra cuando la abrió reconoció esa letra y el latido de su corazón fue acelerado.

"Para que sigas componiendo y me deleites con tus canciones a la madrugada."

Sonrió.

Dejó la guitarra sobre la cama y salió corriendo de la habitación a buscar a la señora, quería agradecerle y ya sabía cómo hasta se olvidaría de su enfado. Al pasar por su habitación, la vio sentada frente a su tocador, aparentemente escribiendo, a ella no le importaba y entró, se paró a su lado, tomándola por sorpresa cuando comenzó a besar todo el rostro de la mayor.

-Gracias, gracias, gracias.-Decía mientras la abrazaba y besaba sus mejillas.-De verdad le agradezco.

La castaña trató de huir, pero no pudo. Con una mano la pelinegra apretaba sus mejillas y ponía sus labios más gruesos.

-¿De qué se me acusa ahora?-Preguntó, sintiendo como ana apretaba sus mejillas con cada beso.

-Usted mandó a arreglar mi guitarra.-Respondió pausando sus besos.

-¿Cómo estás tan segura de que fui yo y no la doña?-Interrogó en un intento de causarle dudas.

Ana entre cerro los ojos mirando los verdes de la castaña.

Solo quiero ser amadaWhere stories live. Discover now