Negación

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Tres golpes en la puerta y los rápidos pasos de Ana arriba le hicieron saber a Verónica quién era el que le había golpeado. Rodeó los ojos y fue a abrir la puerta, y sí,  definitivamente era ese chico alto de ojos verdes, al parecer se le hizo costumbre de pasar por ana en las tardes, algo que, por mucho tiempo que le dieran para estar sola, no le gustaba nada a la mayor.

–Ay hijo, parece que no tienes casa.–Se hizo a un costado y lo dejo pasar.

El muchacho rió.

–Me gusta pasar tiempo con ana.

Verónica asintió y lo miró rebajando al muchacho.

–¿A qué horas vuelven?–Se cruzo de brazos.–No me gusta que ana esté fuera a altas horas de la noche.

El joven colocó sus manos detrás de su espalda y apretó sus labios en una línea delgada.

–A las 22.

–¡¿Qué ocurrencia?!–Se escandalizó la castaña.–A las 19:00 los quiero aquí.

Ana bajo de las escaleras, estaba muy linda aunque vestía un vestido sencillo y solo un poco de lápiz labial, cuando llegó al último escalón se lanzó hacia el chico que la abrazó.

—Vamos.

Abrió la puerta y el joven salió, ella estuvo a punto de hacerlo hasta qué...

–¿No se te olvida nada?–Escuchó el reclamo de la mayor.

–Lo siento.–Beso la mejilla de la castaña.–Nos vemos.

Verónica observó hasta que Ana y ese niño estuvieron lo más lejos posible de la casa de las flores, no pudo evitar dejar escapar un suspiro, sintiendo que el silencio se apoderaba de la casa nuevamente.

–Crecen tan rápido.–Alberto se apoyo en la otra parte de la puerta.

–¡Chingada madre!–Se sobresaltó la castaña.–Avisa que estas cerca hombre.

Alberto se echó a reír hasta toser, ahogándose con su propia saliva, Verónica lo miró con los brazos cruzados y una expresión de fastidio.

–¿Ya?–Levantó sus cejas.

–Ya...ya...–Siguió riendo más bajo.

La chaparra con un profundo suspiro entró a la casa seguido de Alberto.

–¿Cuando piensas decirle?–Preguntó el moreno, sirviéndose un poco de jugo.–Porqué te digo que si siguen así, en poco tiempo te piden la mano de anita.

–¿Y qué con eso?–Frunció el ceño. Aún mantenía sus brazos cruzados y su tono de voz era molesto.

Alberto se acercó a Verónica y tomó sus manos mirándola a los ojos.

—Vero–Hablo con su voz suave y tan delicada.–Sabes que no habría nada de malo si...

–Parale.–Se alejo rompiendo el lazo.–Que Ana salga con ese chico no me afecta, no me afecta para nada, ¿de acuerdo? Es más hoy tengo muchas cosas que hacer.

–Mmm.–Suspiró.–Si tú lo dices...

–Sí yo digo.–Contesto atando sus rulos en una coleta.–¿Me ayudas o te quedas haciendo teorías?

Verónica tomó sus materiales de jardinería, le entregó unos baldes a Alberto, este los aceptó y los dos salieron al jardín, el sol de la mañana lo iluminaba todo, a pesar de hacer frío estaba cálido bajo sus rayos.

...

–¿A dónde vamos?–Preguntó la pelinegra.

Solo quiero ser amadaWhere stories live. Discover now