CAPITULO 16. La Duquesa Han

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Después de varias rondas de alegatos entre Kim Dokja y Han Myungoh, el rey demonio finalmente perdió la paciencia y salió de su habitación intentando huir de los sermones.

Para su mala suerte, la primer vuelta al corredor hizo que se encontrara frente a frente no con otro que con King.

El dokkaebi, quien iba vestido con un lujoso (aunque un poco exagerado) traje y un sombrero de copa alta, soltó un grito agudo que casi hizo a Dokja cubrirse los oídos.

-¡Su alteza! – saludó con un entusiasmo totalmente fuera de lugar dado lo que había sucedido en el último encuentro entre ambos.

Sin embargo, para desgracia del dokkaebi, en ese momento Dokja no tenía ni el estado de ánimo ni las ganas para lidiar con él, por lo que el rey demonio en lugar de detenerse a saludar prefirió pasar de largo...

-¡Rey Dokja espere!

...o mejor dicho, intentó pasar de largo.

-¿Lord King?

-¿No tiene nada para decirme?

¿...?

-No, ¿tú tienes algo para decirme?

Los ojos del dokkaebi se humedecieron y mientras tanto Myungoh los alcanzó, comenzando de inmediato a sudar copiosamente por el nerviosismo de ver a su rey antagonizar ni más ni menos que al "objeto del afecto" de la Emperatriz Anna Croft.

-Yo... ¡Es que pienso que su alteza es una persona increíble!

Esa declaración inesperada dejó muy sorprendidos a todos los presentes, al grado que incluso Kim Dokja miró al peliblanco con la boca bien abierta.

-Ay... lo lamento, su alteza – King comenzó a limpiar las lágrimas que escurrían de su rostro – mis lágrimas deben de haberlo dejado perplejo...

-...Más bien es que no te estoy entendiendo.

King formó una sonrisa triste en su rostro.

-Para ser honesto... desde que se propagó el rumor de que soy un dokkaebi la gente comenzó a ser cruel conmigo. Aquellos que antes eran amables conmigo ahora se ríen y se burlan de mí.

Nada peor de lo que hablan del pez luna, King.

-...Pero en cambio su alteza me trata igual que antes. Sé que debido a la antipatía del emperador hacia mí usted y yo no estamos en muy buenos términos pero igual me conmovió y creo que realmente lo había juzgado mal.

Mientras que Myungoh pareció verdaderamente conmovido por las palabras de King, Dokja sólo miró al dokkaebi con dureza y dio una inesperada respuesta fría.

-Lord King, si sus propias acciones han alejado de usted a las personas que habrían podido ayudarlo en esta situación amarga tal vez debería considerar esto como una advertencia para cambiar su actitud.

-¡Rey Dokja!

Myungoh estaba extrañado como nunca antes mientras que el rostro de King formó una expresión de mortificación total; sin embargo no por eso los ojos del rey demonio eran más suaves o su gesto menos duro.

-Rey Dokja, yo... vine a verlo con la mejor de las intenciones pero ¿por qué me habla así? – preguntó el dokkaebi con ojos llorosos.

-Porque, lord King, es sólo normal que todos tenemos que atravesar por momentos duros en esta vida. Sin embargo, usted es una persona que para superar esos momentos desquita su dolor con otros y eso es algo que yo francamente no soporto.

-Usted... ¡usted no tiene derecho a hablarme así! ¡Usted no sabe lo que es tener que soportar las palabras hirientes de otros! ¡Usted de seguro nunca ha tenido a tanta gente como yo hablando mal de usted tanto en su cara como a sus espaldas!

EMPERADOR SUPREMO DIVORCIADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora