4.

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Isabela.

—¿Por qué pintaste un pedazo de tu cabello de azul? Parece que un pitufo te vomitó —escuché a mi primo menor hablarme.

—¡Camilo! —gritó mi tía Pepa—. Discúlpate con tu prima, ahora.

—No —se cruzó de brazos y rápidamente se distrajo con Mirabel que pasaba— ¡Mirabel, hola! —corrió hacia mi hermana y mi tía soltó un fuerte bufido.

—No sé que haré con él —Pepa colocó ambas manos en sus caderas y me miró—. Te queda bien el mechón pintado ¿Qué te dio por hacerlo?

—Tuve una crisis existencial hace unos días y lo solucioné pintando algo, lo único que tenía a la mano es mi cabello —respondí apretando mis labios, ella se echó a reír para después alejarse.

—¿Por qué no todo el cabello de azul? —escuché a Dolores detrás de mí—. Déjame adivinar ¿Primera vez decidiendo algo sobre tu cabello?

—¿Tan obvio es? Si me pintara todo el cabello de azul ya tendrían motivos para decirme pitufo —me giré a verla y ella me saludó abrazándome—. Creí que no vendrías, escuché a mi madre decir que estarías con Mariano.

—Tuvo un inconveniente y se canceló nuestra salida —explicó—. Cambiando de tema ¿Podrías explicarme por qué ya no me cuentas nada? ¿Es acaso que Luisa robó mi lugar como tu primer confidente?

—¡Yo no robé nada! —gritó Luisa acercándose—. Creí que ella hablaba solo contigo.

—Como se juntan —murmuré entre dientes y ellas rieron un poco. Caminé hacia el patio donde toda la familia se estaba reuniendo—. He tenido trabajos, no hay más explicación.

Las tres salimos y nos sentamos en la esquina de la gigante mesa. Al menos un sábado de cada mes, la familia se organiza para pasar juntos todo un día; eran las pocas veces en que podía hablar tranquilamente con Dolores y Luisa. Cabe mencionar que siempre fuimos el trío de travesuras antes de que nacieran Camilo y Mirabel y nos robaran el puesto.

—¿Le contarás de tu amiga a Dolores? —preguntó Luisa mientras recibíamos nuestros platos de comida.

—No es mentira cuando digo que ella no me cuenta nada —reclamó Dolores. Solté un fuerte suspiro rindiéndome, ellas nunca me dejarán en paz hasta que consigan lo que quieren.

Luisa tenía conocimiento hasta dónde mi abuela me aconsejó para poder acercarme a Elsa, ella no sabía del resto.

—Conocí a una chica y estamos en el proceso de ser amigas —tomé un trago de mi vaso de agua—. Se llama Elsa y estudia arquitectura. Nos mandamos mensajes, algunas veces almorzamos juntas y también la acompaño a su casa o le invito un helado —empecé a cortar en pedazos la carne de mi plato—; la abuela me sugirió hacer todo eso porque dice que debo regresar a la vieja escuela con ella.

—No me lo creo —comentó Dolores soltando una leve risa—, recuerdo que tu eras la tímida y no deseabas hacer amigos ¿Qué fue lo que pasó?

—Tengo la corazonada de que con Elsa será diferente... No se comportó como el resto de las personas cuando me ven —murmuré antes de comer.

—Lo que es cierto, has estado más animada estos días —comentó Luisa—. Parece que el consejo de la abuela funcionó y me alegra hermanita.

—¿Cómo dijiste que se llama? —preguntó Dolores intrigada.

—Elsa Arendelle... Espera ¿Sabes de ella? —la miré curiosa—. Conozco ese tono, Dolores.

—He escuchado hablar de ella, pobre chica —negó con su cabeza mientras comía.

Begin Again |Elsabela|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora