12.

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Elsa.

—¡Soy una tonta! —ahogué el grito en mi almohada— ¿Por qué hice eso?

Yo quería hacerlo, por eso la besé, pero no quería alejarme de esa manera. Me coloqué boca arriba sobre mi cama y miré el techo de mi habitación.

—¿Por qué soy así? ¿Por qué tengo tanto miedo? —pasé las puntas de mis dedos entre las hebras de mi cabello—. No debiste hacer eso, Elsa.

Suspiré y tomé mi celular entrando directamente al chat con Isabela, traté de escribir algo como un "hola" o quizás mandar un sticker como normalmente lo hacía, pero mis dedos se quedaron paralizados. Pude ver cómo varias veces ella se mantenía en línea, quiero pensar que al menos una de esas ocasiones ella entró a nuestro chat.

Terminé por cerrar la aplicación y dejar el celular a un lado. Mi mente sigue abrumada y sigo pensando qué he arruinado esto, arruiné un momento que debió ser mágico, o al menos eso dicen los cuentos de hadas, aunque mi vida no es uno de ellos.

Cerré mis ojos levemente y me levanté rápidamente de mi cama. Salí de mi habitación y fui en busca de mi madre que por fortuna estaba en el estudio con sus libros y papeles en el escritorio.

—¿Sucede algo cariño? —preguntó sin despegar su vista de los libros.

—¿Tendrás tiempo para un consejo amoroso? —murmuré recargando mi espalda sobre el marco de la puerta. Retiró las gafas de su rostro y me miró rápidamente—. Claro, si puedes...

—Hace mucho que no pedías un consejo como ese... —dejó las gafas en el escritorio—. Pasa, si quieres cierra la puerta.

Entré cerrando la puerta detrás de mí y tomé asiento delante de mi madre, ella me miró emocionada apoyando los codos en la mesa. Ella levantó las cejas esperando a que hablara primero.

—Yo no estaría tan emocionada, mamá... —murmuré mirándola—, lamento decepcionarte.

—Nunca me has decepcionado ¿A qué se debe que digas esto? —preguntó.

—¿Qué haces cuando amas tanto a una persona y temes hacerle daño? —apreté mis labios y miré mis manos— ¿Las inseguridades son capaces de destruir algo que ni siquiera existe?

—Responderé desde mi perspectiva; la primera es que dejaría a la persona para no lastimarle, si la amo pensaría en no herirle y en segunda, sí, son capaces de destruir algo —suspiré escuchándola—. Ahora yo debo preguntarte ¿Qué piensas hacer tú?

—¿Yo? —ella asintió—. Precisamente te estoy pidiendo consejos.

—No, lo que estás haciendo es escuchar mis palabras para que después lo hagas —iba a replicar sin embargo me quedé callada. Odio que me conozca tan bien.

—Te odio —murmuré.

—Ódiame y te quitaré tus mesadas —mi madre se cruzó de brazos sonriendo.

—Agh —igualmente me crucé de brazos—. No sé qué hacer, amo mucho a esa persona, pero no quiero hacerle daño y mucho menos alejarme, así que no veo factible el dejarla... Y no sé cómo trabajar con mis inseguridades, y-yo... Hago lo que puedo, pero no soy capaz de hacerlas a un lado.

—Tienes un gran torbellino en tu cabeza —asentí con obviedad— ¿Es Isabela? —desvié mi vista— ¿Hay algo malo con ella? Es buena chica.

—Con ella no hay nada malo... Yo soy todo lo malo —acaricié el dorso de mi mano con mi pulgar—. Nos besamos —sentí como mi madre se removió en su asiento emocionada—, pero me alejé y no dije nada al respecto.

Begin Again |Elsabela|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora