Capitulo 35.

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Me dijiste que el que arriesga, no gana

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Me dijiste que el que arriesga, no gana. Gracias por arriesgar tu corazón.

—Chris.

Emine Murphy.

Trato de tranquilizar mi corazón, pero la verdad es que tan solo con su cercanía este se acelera de inmediato al igual que mi respiración. Christopher James, uno de los chicos de las posiciones que mi mamá tanto ama se acaba de declarar con una increíble canción, me pidió a gritos que volviera a su lado, abrió su corazón, Christopher James nunca abría su corazón, pero esta vez lo hizo solo porque quiere tenerme de vuelta.

Mis manos no tiemblan porque están entrelazadas con las suyas, Christopher me observa con cautela, está expectante por lo que tengo que decir. Dije que era mi turno de hablar, pero me era imposible pronunciar alguna palabra. Las lágrimas picaron de nuevo en mis ojos queriendo hacer su recorrido por mis mejillas, pero no podía volver al llanto. Tomo una profunda inhalación y trato de formular palabras, pero por más que lo intente nada sale de mí. Estoy tan aterrorizada, tan... perdidamente enamorada de Christopher James, que...

—No quiero volver a ver a ese Christopher—Mi barbilla tiembla y dos gotas de agua salada se abren paso—. No eres un monstruo, estás lejos de serlo, pero esa tarde... Esa tarde me asustaste mucho.

—Lo sé.

—Nadie quiere volver a verte así, Christopher, no los que de verdad te amamos. Gracias por defenderme, agradezco a Dios porque estuviste ahí para separarme de ese... desgraciado. Pero a veces me pregunto si esa situación fue el factor para que ese Christopher saliera a la luz, si soy la culpable. Si es así, por más sentimientos que tenga por ti, prefiero mantenerme...

—No termines esa frase, chica castaña—interrumpe firmemente—. Definitivamente esa situación fue la gota que derramó el vaso, pero pasaron cosas, por eso estaba en la universidad, necesitaba... necesitaba un abrazo de la única persona que siento que calma la imparable tormenta de mi alma. Te necesitaba. Y ver a ese imbécil encima de ti, no pude evitarlo, no pude evitar transformarme en ese monstruo que no quieres volver a ver.

—No eres un monstruo.

—Quizás no lo soy, pero hay un demonio latente en mi alma al que le encanta salir cuando mi cabeza no está del todo clara—confiesa él un poco avergonzado—. Ha intentado salir muchas veces, pero lo mantengo al margen. Pero ese día fue una total y absoluta locura.

Sabía que había algo más que la tarde en la universidad, los ojos de Christopher estaban llenos de ira, muchísima ira, pero también un dolor sordo que me lastimó el corazón.

—¿Es sobre tu padre?—Es lo único que se me ocurre.

Christopher niega con la cabeza, evita mi mirada, pero es notorio como aprieta con fuerza su mandíbula.

CHRIS | Four Chips #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora