Al día siguiente, alguien llamó a la puerta de Silvia. Le habían mandado un precioso arreglo de flores, principalmente rosas y lilis, desde una florería de Polanco. Las recibió y firmó; cerró la puerta y dejó el arreglo en la mesa, para leer la tarjeta.
"Mi Silvia hermosa.
No sé cómo empezar a escribir esta carta para ti. Te quiero. No tiene ni cinco minutos que volví luego de dejarte en tu departamento, y ya te extraño. Te quiero. Provocas en mí tantas cosas, preciosa... Conocía tu trabajo desde hace tiempo, y jamás se me ocurrió pensar que algún día tendría la oportunidad de trabajar a tu lado, pero estoy muy agradecido de que haya sucedido. Te quiero. Desde el primer momento, sentí una conexión contigo, porque eres una gran actriz, una persona que irradia mucha luz al instante. Desde la primera escena que grabamos me pareciste hermosa, divina. Y conforme ha ido pasando el tiempo, me doy cuenta de que cada día me gustas más y más. Te quiero. Como es poco el tiempo que llevamos de conocernos, tengo miedo de que creas que esto es sólo algo pasajero, porque... Yo he llegado a pensar en ti, conmigo, juntos para toda la vida. Te quiero. Sé que es muy pronto para que tú respondas con el "Sí" que anhelo escuchar, pero quería que supieras lo especial que eres para mí. Te quiero. Gracias por la noche tan maravillosa que pasamos juntos, eres una mujer romántica y apasionada. Lo que sentí al hacer el amor contigo, no lo había sentido nunca. Por último, quería que supieras... Que cada vez que te digo "Te quiero", en realidad me estoy tragando un "Te amo".
Te quiere, Jorge."Silvia terminó de leer la carta y contó todos los "Te quiero" que él había escrito. Con razón había llenado la carta con esa frase, insertándola más de cinco veces. Suspiró y luego dio un gritito de emoción. Parecía una adolescente. Tomó una de las rosas del arreglo y la olió, percibió su aroma, fresco y dulce al mismo tiempo. Y decidió que, a partir de ese momento, Jorge significaba en su vida lo que las flores para el mundo: vida, belleza, alegría.
Al otro día, ella llegó temprano al foro, pasó a uno de los camerinos y luego se fue al suyo a arreglarse. Ya no había más escenas fuertes... "Caray, después de la noche del viernes, no hay escenas fuertes para nosotros. Cualquier escena resultaría... sencilla", pensó ella, sonriendo.
Jorge llegó y entró directo a su camerino. Dejó su mochila en el sillón, y se paró frente al espejo para acomodar a su cabello. En uno de los pequeños cajones del mueblecillo del espejo sobresalía un tallo. Lo abrió, pensando que era basura, y lo que encontró le aceleró el corazón.
El tallo era de una hermosa rosa roja, junto a la cual había una cajita con tapa de plástico transparente, que dejaba ver el contenido: una rebanada de pay de queso con fresas, y una cuchara. También había una hoja verde claro doblada. Tomó la hoja y la leyó.
"Las mujeres también podemos mandarles flores a los hombres. Espero te guste el detalle, guapo. Te quiero. Te dejo un beso, a menos que quieras venir personalmente por él... Con cariño, Silvia".
No lo pensó ni dos segundos, cuando ya se encontraba tocando en la puerta del camerino de ella, quien abrió casi de inmediato.
- Hola. - dijo ella, pero él no la dejó hablar. La empujó hacia el interior del camerino y cerró la puerta con seguro. Luego se acercó y la abrazó con fuerza.
- Me encantó tu detalle.
- Y a mí tus flores de ayer. - le dijo ella abrazándolo. - Y tu nota. - se separaron un poco para mirarse y él colocó sus manos en la cintura de ella.
- Eres hermosa, ¿lo sabías? Me encantan tus ojitos verdes...
- Gracias, Jorge...
- En la nota me pusiste que podía venir personalmente por mi beso.
- Ajá.
- Y aquí estoy. - dijo él, sonriente. Silvia se acercó a besarlo, y Jorge le correspondió con ternura. Era un beso tierno, tranquilo... Sus lenguas se encontraban de vez en cuando y sus respiraciones eran lentas y suaves. - Ay, me encanta besarte, mi niña.
- ¿Niña?
- Bueno, me dieron ganas de decirte así, porque eres más joven que yo.
- No tanto.
- Diez años.
- Mmm... Sí es algo. Pero... No importa. Ni se te nota la edad, de tan guapo que estás.
- Favor que me haces.
- Ay, no seas payaso. - ambos rieron.
- Me encantas.
- Y tú a mí... - comenzaban a besarse otra vez cuando alguien llamó en la puerta. - ¡Voy! - dijo Silvia mientras soltaba a Jorge y se limpiaba los labios. Fue a abrir, mientras él fingía estar leyendo el libreto. - Marisol, buenos días.
- Pensé que tú tampoco habías llegado, fui a buscar a Jorge a su camerino y no está.
- Jorge, te buscan. - dijo ella. Él se acercó a la puerta.
- Ah, Marisol, hola. - dijo él.
- Fui a buscarte a tu camerino, pero no había nadie.
- Vine a preguntarle algo a Silvia.
- Ah, bueno. Sólo quería avisarles que en media hora los esperan en el set.
- Ok, gracias. - la chica de logística se fue y ellos se miraron y se sonrieron.
- Bueno, Jorge, me falta terminar de arreglarme.
- Pero así estás perfecta.
- Ay, ya... - dijo ella sonrojada.
- Es la verdad. ¿Me puedo quedar mientras terminas de arreglarte?
- Sí, claro.

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Detrás de cámaras y telones
RomanceEs difícil ser actor, trabajar con los sentimientos. Es difícil ser artista, y saber que una vez que termina la función, debes volver a la realidad. Porque lo que pasa en las grabaciones, en las grabaciones se queda. Lo que pasa en el escenario, en...