Capítulo 134

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- No vas a poder. Vamos a estar más unidos que nunca.

- Ay, por Dios, qué ridículo eres.

- Está esperando un bebé, un hijo mío. Y contra eso no vas a poder.

- Es mentira, sólo lo dices para herirme porque yo no pude darte un hijo.

- No, no es mentira, suficiente daño te has hecho ya tú misma al humillarte tanto, no necesito más. Silvia y yo vamos a tener un bebecito, y ya será cosa tuya si decides no creerme, porque cuando el tiempo pase y todo mundo lo sepa te vas a dar cuenta de que es la verdad.

- Bien, pues entonces disfruten mientras puedan. Les voy a armar un escándalo con los medios, que todo mundo se entere de que ella se metió con un hombre casado y se embarazó para obligarte a dejarme y quedarte con ella.

- ¿Sabes qué? Ya me cansé, por cobarde he perdido mucho tiempo, así que de ahora en adelante me importa un carajo lo que hagas y digas. Arma todos los escándalos que quieras, ya no me vas a volver a chantajear.

- Ah, o sea que no te importa que Silvia quede como una cualquiera frente a todo el mundo.

- Claro que me importa, pero yo la voy a defender.

- Sólo vas a poner en evidencia lo que los medios se van a encargar de divulgar.

- Bueno, ¿y qué? Bastante se ha hablado ya de mí y de ella. Un último escándalo no nos va a arruinar la vida, y sí, estaría bien que a todos los quedara claro que ella está ahora conmigo.

- Eres un cínico.

- Como sea. Ahora, vete ya. Ya te dejé todo claro. Esta es la última vez que me buscas, no te quiero volver a ver, y más te vale que con Silvia no te metas.

Jorge caminó hacia la puerta y la abrió. Elizabeth lo miró, furiosa; salió del departamento, empujándolo al pasar por su lado.

En cuanto ella se fue, Jorge se dejó caer en el sillón y se llevó las manos al rostro.

Sí, claro, iba a defender a Silvia. Sólo que no se hablaban en ese momento porque ella no se había atrevido a decirle la verdad sobre la paternidad del bebé.

Silvia, al terminar de grabar, se fue a su casa. Estuvo tentada a ir a buscar a Jorge a su departamento, pero se sentía demasiado avergonzada por su actitud.

Era obvio que tenía que decirle la verdad y pedirle perdón por no haberlo escuchado y por haberle mentido, pero no estaba preparada, porque además tenía la sensación de que él tenía todo el derecho de mandarla al demonio y no estaba segura de poder soportarlo.

"Porque no es tuyo".

Cada vez que pensaba en sus palabras sentía un vacío en el estómago, sentía que el rostro se le ponía caliente y que su corazón latía demasiado rápido.

Y todas esas sensaciones se volvían mucho más intensas si intentaba imaginar tan sólo una mínima parte de lo que Jorge debió sentir cuando le dijo eso, y cuando vio a Gerardo entrar a su casa.

Trató de imaginar lo que ella hubiera sentido si, de un momento a otro, Jorge le hubiese dicho que otra mujer estaba esperando un hijo suyo.

Jamás se lo hubiera perdonado. Supuso que ni siquiera el dolor que sintió al saber que él se había casado iba a poder compararse con una noticia semejante, y se sintió cada vez peor por haberle dicho eso a un hombre que sabía que la amaba con todas sus fuerzas.

Era por eso que sabía que tenía que explicarle las cosas lo más pronto posible, pero era también por eso que temía que él no fuera a perdonarla, no porque creyera que el bebé no era suyo, sino por la forma tan hiriente en la que ella quiso hacérselo creer.

Detrás de cámaras y telonesWhere stories live. Discover now