Capítulo 26

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Por otro lado, Elizabeth había hecho evidente ante los medios que le gustaría realmente ser la novia de Jorge. A él le parecía atractiva. Simplemente atractiva. No le gustaba su forma de ser, sino su cuerpo; no le gustaba su voz, sino sus labios; no le gustaba su mirada, sino sus ojos. Le parecía físicamente atractiva, pero emocional e intelectualmente no le provocaba ningún tipo de emoción.

Sin embargo estaba aburrido de estar solo, de estar buscando alguien con quien estar cada fin de semana, que además estuviera dispuesta a ponerlo en evidencia en cualquier momento.

Un día, él invitó a Elizabeth a cenar. Hacía algo de tiempo que habían terminado las grabaciones de la novela, donde todo el elenco se había dado cuenta de cómo se trataban, aunque parecía más un juego que algo serio.

La comida la hicieron prácticamente en silencio, y ella no dejaba de lanzarle a él miradas coquetas. Cuando terminaron, él comenzó a hablar.
- Elizabeth, yo... Te invité a cenar porque quería decirte algo y hacerte una pregunta.
- Claro, dime.
- Bueno, lo que pasa es que tú y yo hemos estado saliendo, y... Me pareces una mujer atractiva, bella...
- Gracias.
- Y quiero preguntarte si... ¿Quieres ser mi novia?
- Ay, Jorge, qué poco romántico eres, mira que preguntarlo nada más así... Pero sí, sí quiero ser tu novia.
- Qué bien.
- Ya sólo faltaba que me lo pidieras, todo mundo sabía que tú y yo íbamos a terminar juntos.
- Bueno, es que tú te encargaste de decirle a los medios que sí te gustaría ser mi novia.
- ¿Te molesta?
- No. Pero ya traigo muchos chismes encima, no me hace falta otro.
- Pero esto no sería chisme.
- Prefiero que no se sepa, al menos por ahora.
- Ok. Como tú quieras, mi amor...

Cuando Jorge se fue a su casa, se le ocurrió que había sido un error pedirle a Elizabeth que fuera su novia. No se imaginaba la vida a su lado.

Elizabeth le había dicho que era poco romántico, pero él sabía que no era así. Con Silvia había sido un loco romántico que le había mandado un gran arreglo de flores al día siguiente de haber hecho el amor con ella. Y Elizabeth no lo inspiraba a hacer algo así, no le aceleraba el corazón como Silvia.

"Caramba, otra vez ya estoy pensando en Silvia. No puedo seguir así para siempre".

Ella debía estar muy bien con Fernando. Jorge se preguntó si ella sería feliz. Y aunque se muriera de celos, esperaba que sí.

Un día, Jorge y Elizabeth salieron a cenar. Él alcanzó a ver que alguien les tomaba una foto, justo en el momento en que ella le daba un rápido beso en los labios.
- Ya nos vieron. - dijo él.
- ¿Eh?
- Un paparazzi.
- Ay, tranquilo. De todas formas, era un secreto a voces. - él resopló, resignado, sabiendo que serían noticia al día siguiente.

Por la mañana, encendió la televisión. Y pronto ocurrió lo que esperaba: ahí estaba la noticia.

Jorge Salinas y Elizabeth Álvarez fueron captados muy cariñosos en un restaurante, a pesar de que habían negado tener una relación.

Lo que esperaba, ni más ni menos. Iba a apagar la televisión, cuando comenzaron a pasar otra nota.

Fernando Alonso desmentía los rumores de que le debía una cantidad importante de dinero a Silvia Navarro.

"No, no le debo nada. Decidimos poner fin a nuestra relación por razones personales, no porque yo le debiera dinero. De hecho nos llevamos muy bien, somos buenos amigos, salimos de vez en cuando, la quiero mucho".

Su corazón se aceleró. Silvia ya no andaba con Fernando. Sintió ganas de salir corriendo a buscarla. Y eso estuvo a punto de hacer, pero se detuvo prácticamente en la puerta.

La nota de Fernando la había visto por casualidad. La noticia que realmente estaba buscando cuando vio la otra era precisamente la misma que lo detuvo en ese momento.

Detrás de cámaras y telonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora