Capitulo 2

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Takemichi adoraba la música pero últimamente solo escuchaba canciones tristes.

Canciones que resumían su estado de ánimo y, por lo general, su ritmo de vida monótono. Un ritmo paralizado y que no parecía retomar el rumbo en ningún momento. Así había sido su vida desde los dieciocho, ahora con veinticuatro la cosa no había ido a mejor.

Su primer día de trabajo había finalizado. Cuando abrió la puerta del pequeño piso que se costeaba en el centro de Tokio este era vagamente iluminado por la tenue luz de las farolas que se colaba a través de las ventanas. Lo compartía junto a otro chico de su edad al que había conocido por una web que ayudaba a buscar gente joven con quien compartir piso. No era de su completo agrado tener que vivir con alguien más y menos aún sin conocerlo, pero era lo único que podía hacer para pagar un lugar digno en el que dormir. 

Había sido un día largo y un poco cansado. 

Se había pasado el día limpiando y recorriendo los largos pasillos y las abundantes aulas de la escuela de danza, esquivando a niños correr de un lado para el otro portando adorables tutús e ignorando a los adolescentes que también estudiaban allí.

Lo único bueno del día había sido conocer a ese tal Manjiro. No pudo volver a verlo durante el resto del día pero sin duda sus bellos movimientos se habían quedado grabados en su cabeza. 

¿Cómo podía hacerlo tan bien?

Casi inconscientemente llevó su vista a sus propios pies e intentó ponerse de puntillas. Mala idea. El dedo gordo del pie izquierdo le chascó y casi cae al suelo por el tropiezo. 

-Patético -se rio de sí mismo. 

Cansado, terminó el día preparándose un filete de pollo para cenar junto a un refresco mientras veía Matrix que en ese momento estaban echando por la tele. Las horas pasaron y se quedó dormido en el sofá. Ni siquiera se despertó cuando su compañero llegó al apartamento a altas horas de la madrugada ni cuando apagó el televisor y todo quedó en silencio. 

Solo despertó cuando sintió la punta de un dedo apretarse contra su frente. 

-Ah... Qué... -frunció el ceño y se revolvió bajo aquel incómodo toque. Escuchó una risita por lo bajo y abrió los ojos para encontrarse con Chifuyu Matsuno, el joven de veintitrés años el cual le había ayudado a tener trabajo.

-Buenos días -dijo sarcástico -, ¿no te duele el cuello? Debería teniendo en cuenta la posición en la que estabas. 

-¿Qué hora es? -preguntó somnoliento mientras se acomodaba mejor en el sofá y el chico tomaba asiento a su lado. 

-Las dos de la madrugada -contestó sonriente. No parecía tener ni pizca de sueño. 

-¿Y acabas de llegar? 

-Bueno, estaba con Baji -aunque intentó evitarlo las mejillas se le pusieron un poco rojas. Teniendo en cuenta eso y la hora a la que había llegado Takemichi podía hacerse una idea de lo que habían estado haciendo. Pero no dijo nada, al fin y al cabo conocía a Chifuyu tan solo desde hacía dos semanas cuando se mudó con él tras conocerle, no había la suficiente confianza para eso. 

Además, Takemichi no sabía muy bien cómo era ese proceso de hacer amigos. Siempre había estado solo y sin demasiado contacto social. Se odiaba a sí mismo en muchísimas ocasiones en las que se sentía un completo inútil de cara a la gente. 

-Espero que te lo hayas pasado bien -contestó bajito. Chifuyu ahogó una pequeña risita. 

-Sí... -dijo y contempló la mirada del otro que estaba clavada en el suelo por la vergüenza. En fin, no quiso seguir hablando de lo que sucedía entre bambalinas con su novio por lo que decidió cambiar de tema -. Pero oye, ¿qué tal el primer día de trabajo? Hablé con Mikey antes y me dijo que te conoció -aquello volvió a captar su mirada azulada. 

El último baile [Takemichi & Mikey]Where stories live. Discover now