Capitulo 17

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Draken nunca había sido un gran cocinero. 

Aunque tampoco es que fuera muy malo, él se consideraba alguien que cocinaba decente, pero aún así intentó trabajar duro para que su comida de ese día le quedara más rica que de costumbre. 

Al fin y al cabo acababa de reencontrarse con Mikey después de mucho tiempo, necesitaba que todo saliese bien. No lo mostraba porque nunca le había gustado sentirse vulnerable y fácil de leer pero estaba nervioso y llevaba nervioso desde que le había visto esa mañana. 

Removía la sopa de miso en la cazuela lentamente mientras miraba la hora en el reloj de pared. Mikey y Takemichi llevaban fuera alrededor de una hora y en parte agradecía ese tiempo. Les dijo que quería que llegaran cuando él tuviera todo el almuerzo listo para no hacerles esperar. 

Mientras la comida terminaba de hacerse decidió preparar la habitación en la que sus invitados pasarían la noche. Nadie había dormido en esa cama nunca porque nunca tenía invitados pero aún así se molestó en cambiar las sábanas por unas limpias para que no tuvieran una sola mota de polvo sobre ellas, roció el cuarto con ambientador de limón y pasó la aspiradora rápidamente. 

Tan solo le tomó quince minutos hacerlo. Satisfecho, guardó la aspiradora en el armario y sonrió al observar la cama de la pequeña habitación. Era a penas de una sola persona, algo estrecha, pero intuía que no era necesario separarlos y hacer a alguno de los dos dormir en el suelo o en el sofá. Al fin y al cabo solo le tomó fijarse en ellos dos minutos para saber que algo íntimo tenían entre manos. Conocía a Mikey más que a sí mismo y siempre había sabido leer a la perfección sus expresiones, sus reacciones y su forma de mirar. Y esa forma de mirar que Mikey tenía con Takemichi era la misma forma con la que Emma solía mirarle a él.

Irse de Tokio y, tristemente, alejarse de Mikey y todo lo que rodeaba a Emma tras su muerte había sido una decisión difícil de tomar pero efectiva. Consiguió no dejarse influenciar por su inmensa depresión, esa que le había hecho replantearse muchas veces el seguir con vida o suicidarse, sin embargo, no lograba encauzar su vida de un modo que le hiciera sentirse bien. 

Había aprendido a vivir sin Emma pero aquello para él no era una vida. Estaba solo porque él mismo se lo había buscado y el día a día le recordaba que había perdido a la única persona que podría amar en el mundo y que jamás sería capaz de levantar cabeza de nuevo.

Y así, habiendo adquirido esa tristeza con el pensamiento de su antiguo amor, salió de la habitación y regresó al salón para tomar las pertenencias de los chicos y dejarlas en el cuarto. Sin embargo, solo entonces se percató del detalle de que su único equipaje era una pequeña mochila de instituto para ambos. 

Extrañado, la tomó del sofá donde Mikey la dejó nada más entrar a su casa y durante unos segundos, dubitativo, se preguntó si era buena idea abrirla. La respuesta estaba clara; no, pero aún así no pudo controlar sus dedos y estos abrieron con impaciencia e intensa curiosidad la cremallera que le separaba de descubrir algo que quizás no le hubiese gustado descubrir. 

Algo de ropa interior de cambio, alguna que otra barrita energética, una botella de agua y un sobre. Eso fue lo primero que vio al abrirla. Tragó saliva y sacó el sobre del interior. Entonces y solo cuando su mirada pudo apreciar lo que este contenía sus ojos se abrieron por la sorpresa y la incredulidad. 

Nadie, absolutamente nadie que viajara por muy caro que fuese el país que visitaría llevaría encima tanto dinero en efectivo. Y la cantidad abrumadora de dinero en billetes que había en el sobre le hizo estremecerse por la impresión. 

Mikey no estaba allí simplemente para visitarle unos días. No tenía intenciones reales de volver a Tokio. 

-¿Pero qué estás haciendo? -susurró casi imperceptiblemente para sí mismo. Frunció el ceño y arrugó la nariz cuando volvió a doblar el sobre para guardarlo. Hubiera dejado de husmear de no ser por el brillo que perforó sus pupilas cuando un rayo de luz dio contra algo metálico entre la tela de la ropa en la mochila.

El último baile [Takemichi & Mikey]Where stories live. Discover now