Capitulo 4

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-¿Qué narices ha sido eso? -preguntó Takemichi una vez ambos ingresaron en el apartamento. Mikey ya se temía que le realizaría esa pregunta, al fin y al cabo no era normal lo que acababa de presenciar. 

Sin embargo, no dijo mucho en un inicio. Lentamente se quitó el abrigo y el gorro dejándolos a un lado sobre el perchero. Takemichi no se movió, tan solo observó a su amigo dejar todas sus cosas. Mikey se tragó un quejido de dolor al mover la muñeca por lo que suspiró, se tranquilizó y se acercó en seguida tomando su mano con ligera suavidad.

-Déjame vez -dijo intentando encontrar la tranquilidad en su interior, una que Mikey más necesitaba en ese momento. Ya guardaría la confusión y las preguntas para más adelante, no era un ciego para no poder ver que su amigo aún seguía alterado y con un nudo en el estómago. 

-No hace falta, está bien.

-He dicho que me dejes ver -Takemichi le observaba con las cejas alzadas y las palmas de sus manos extendidas. A él no le quedó otra que aceptar y poner la suya en sus manos. No quería seguir discutiendo y menos con él -, joder... Te ha apretado fuerte -dijo inspeccionando su muñeca. Había levantado la manga de la sudadera hasta el codo para contemplar mejor el tono rojizo que poco a poco se iba tornando morado -. Te va a salir un buen moretón. 

-No duele tanto -mintió torciendo el gesto. 

-Por si acaso yo pondría un poco de hielo para bajar la hinchazón -dijo dejando de inspeccionar la muñeca con sus dedos. Mikey estuvo a punto de rechistar -, no me contradigas, de todas formas vamos a ver una película, ¿no? No te molestará -sonrió y Mikey se limitó a asentir. 

Ambos caminaron a la cocina. Takemichi abrió el congelador y sacó unos cubitos de hielo que rodeó con el trapo de cocina que encontró en la encimera. Se acercó a Mikey que le observaba con gratitud y ligera vergüenza. 

-Aquí tienes.

-Gracias... -sonrió tomando el trapo con hielo y rodeando la muñeca con él. Se mordió el interior de la mejilla para no soltar un gemido de dolor. 

Takemichi retrocedió unos pasos y se apoyó en la encimera. Jugaba con sus pies y observaba a Mikey de reojo tomar asiento en una de las sillas de la mesa en la que solía cenar. El silencio se hizo eterno pero el más bajito parecía estar perdido en sus pensamientos. Mikey detestaba que Takemichi hubiera tenido que presenciar eso, esperaba tener un amigo que no descubriera la mierda que en realidad era su vida. 

-¿Crees que puedas contarme qué ha pasado? -preguntó un ratito después con sutileza. Aquello captó la atención de Mikey -, ese era tu hermano, ¿no? -asintió.

-Sí, me saca ocho años. 

-Pero por lo que dijo no es el único -negó.

-Shinichiro es dos años mayor que él -su mirada se perdió en su muñeca. No era la primera vez que Izana le agarraba así de fuerte hasta hacerle algún moretón, nunca le había golpeado o algo por el estilo, pero cuando se enfadaba y le agarraba la mayoría de las veces perdía el control. 

-Oye -Takemichi rompió la distancia y se acercó a él. Se agachó y quedó de cuclillas frente a su silla. Mikey contempló sus brillantes y preciosos ojos azules -, me da igual la historia que tengas con tus hermanos, no tienes por qué contármelo, solo quiero que me digas si te encuentras bien -sintió sus manos apoyarse en sus muslos y dar un pequeño apretón. Se sintió reconfortante. No solo ese toque sino sus palabras. Su mirada y expresión le demostraban que decía la verdad, que no necesitaba indagar en su vida y que solo estaba ahí porque quería verle bien. Fue bonito que por lo menos una persona en el mundo no se dejara llevar por la curiosidad y le avasallara con preguntas sin importarle su incomodidad. 

El último baile [Takemichi & Mikey]Where stories live. Discover now