Capitulo 15

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Mierda... Jamás podría decir que no disfrutaba lo que estaba haciendo en ese preciso instante. Al contrario, lo disfrutaba demasiado, por algún motivo enfermizo ese terrible acto le hacía sentir poderoso, que tenía todo y a todos bajo su control, que podía hacer lo que le diera la gana porque la decisión estaba única y exclusivamente en sus manos.

La decisión sobre saber si alguien moría o vivía; sobre si alguien sufría y no. Joder, cómo le gustaba contemplar el terror en la mirada ajena, adoraba ver el brillo en los ojos de esas personas desaparecer lentamente hasta carecer por completo de la ilusión y esperanza. Y eso es algo que contrastaba demasiado con la percepción de Shinichiro. Su hermano mayor no lo disfrutaba, tampoco le disgustaba, simplemente no sentía demasiado en sus torturas y asesinatos, era la más completa y sincera neutralidad.

Sin embargo, podría decirse que Izana estaba hecho para eso.

Y el mero hecho de saber que la persona que agonizaba frente a él era un miembro activo de Zeux hacía todo mucho más interesante. Era una lástima que su hermano quisiera intentar que hablara, de haber sido por él lo habría matado en el instante en el que lo atraparon del modo más grotesco posible.

-¿Vas a hacer que me manche las manos? -inquirió Shinichiro desde la distancia, su voz rebotando a su alrededor y haciendo eco en todo el espacio. Estaban en una especie de almacén abandonado en la periferia de la ciudad, en un barrio de mala muerte. Esa zona estaba bajo el control de Bonten. Cuando alguien poseía una organización criminal que se dedicaba al tráfico y venta de drogas entre otras cosas era crucial tener el control sobre algunas zonas de mala muerte, de esas en las que el ochenta por ciento de los residentes se drogaban con el único propósito de evadirse de sus solitarias y tristes vidas.

Unos veinte hombres esperaban y vigilaban fuera de la nave, mientras que otros diez aguardaban dentro junto a ellos.

Shinichiro permanecía sentado en una silla polvorienta de plástico duro. A su lado, Koko aguardaba con las manos metidas en los bolsillos, haciendo cálculos mentalmente de todo el dinero perdido que llevaban desde que la tortura hacia ese hombre horrorosamente feo en su particular opinión inició. A su otro lado, Sanzu sujetaba una de los alicates que Izana había utilizado para cortar un par de dedos de su mano.

Frente a ellos y con el foco de luz natural que entraba por una de las altas ventanas de la nave estaba un tío al que ni siquiera preguntaron el nombre. Simplemente lo atraparon el mismo día que Kyo Mikami intentó asesinar a Manjiro y a Takemichi en su apartamento.

Jodido inútil que no era capaz de protegerse a sí mismo incluso formando parte de una poderosa organización criminal. ¿De verdad habían aceptado en sus filas a alguien así? Desde luego que en Zeux estaban desesperados, ¿eh?

-No... No vas a hacer que hable -escupió, literalmente, una bola de saliva y sangre hacia delante. Esta impactó a un par de centímetros de las botas de Izana.

E Izana contempló esa bola espesa con expresión vacía, con el rostro manchado de gotitas de sangre ajena y con las manos completamente ensangrentadas. Y ni hablar de su ropa... Prefería no pensarlo, eso sí que le jodía demasiado. Ese sería un nuevo traje que tirar directamente a la basura, uno que le había costado sus merecidos miles de dólares, importado directamente desde América. 

-¿Tan seguro estás de eso? -Shinichiro alzó una ceja. Comenzaba a perder la paciencia. Esperaba con una pierna cruzada y las manos metidas en los bolsillos -. ¿Dirás lo mismo si mi hermano te arranca los pulgares? ¿Qué dices, Izana? ¿Crees que el perrito ladrará? -el aludido sonrió con la expresión cargada de anticipación.

El hombre tragó saliva profundamente e inspiró con fuerza por la nariz. Todo su cuerpo temblaba de dolor y de miedo, pero sabía que lo que le harían los Mikami si se le ocurría abrir la boca sería mucho peor de lo que los Sano estaban haciendo ahora.

El último baile [Takemichi & Mikey]Where stories live. Discover now