Capitulo 19

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Su respiración era agitada, estaba cansado. Ese hijo de puta le había dado más trabajo del que hubiera pensado. 

El móvil vibró en su bolsillo y aquello solo hizo que suspirara con rabia. ¿Quién le llamaría en ese momento tan importante? Lo sacó sin cuidado y sin molestarse en comprobar quién era el inoportuno que lo llamaba descolgó y se lo llevó al oído. 

-¿Sí? -no fue una contestación agradable, la furia estaba presente en el tono tosco de su voz. Su mirada seguía observando el cadáver que yacía a unos pocos centímetros de sus pies. Por suerte todo el alboroto no parecía haber llamado demasiado la atención a pesar de las circunstancias. Es decir, era probable que los pocos vecinos que se hubiesen dado cuenta del alboroto habrían llamado a la policía, pero al ser un pueblo tan pequeño y pacífico esta tardaría en llegar lo suficiente como para haber terminado la faena allí.

-¿Por qué tan tenso, Kyo? ¿Te he pillado en mal momento? -el sarcasmo en la voz de su hermana no hizo otra cosa que enojarle más. Echó todo el aire contenido por la nariz y se apartó con la mano libre un chorro de sangre que escurría desde la brecha abierta de su ceja. 

-¿Tú qué crees?

-¿Lo has hecho ya? -fue al grano. Shirai Mikami tenía paciencia pero si le había dado una orden a su hermano quería que este la cumpliera lo antes posible. Y la orden llevaba impuesta desde hace tiempo ya, ¿Por qué estaba tardando tanto en deshacerse de un simple crío?

-Estoy en ello -dejó de observar el cuerpo sin vida frente a él y tomó rumbo en dirección a la casa. No esperaba estas sorpresas, no esperaba que un lunático se lanzara a por él a través de la ventana para atacarle. Pensaba que todo iría bien, según lo planeado, y de verdad esperaba que los dos hombres que lo acompañaban hubieran atado a Manjiro Sano. Quería encargarse él personalmente de matarle. 

-Más te vale que esta vez tengas éxito. No puede ser que te cueste tanto matar a un niño que anda por ahí solo. 

-Deja de hablarme así -gruñó subiendo las escaleras de la pequeña casa. No escuchaba nada, ni un solo ruido. 

-Dejaré de hablarte así cuando me demuestres que aunque seas el pequeño eres fuerte.

Llegó a la planta de arriba y lo único que escuchó entonces fui un breve gruñido lejano. Algo grave y distante. Volvió a tomar la pistola que guardaba en su cinturón y la apretó con fuerza entre sus dedos. 

-Tengo que colgar -comentó en voz más baja. Ni siquiera dejó que su hermana volviera a tomar la palabra, antes de escucharla añadir algo más colgó el móvil y volvió a dejarlo en su bolsillo. 

Sus pasos le guiaron con decisión a la habitación a la que debería haber ingresado antes de que ese niñato se lanzara a través de la ventana con él. Empujó la puerta entornada para abrirla y esta chirrió al moverse. Lo que vio dentro estaba muy alejado de sus expectativas. Ninguno de los dos críos que perseguían estaba atado o, por lo menos, ya sin vida en el suelo. En su lugar contempló el cadáver de uno de sus dos hombres con una herida de bala en el pecho y un charco de sangre debajo de él. A su lado, el otro se retorcía sobre la tarima. Gruñendo y palpándose la frente, ahí donde había una gran brecha y un chichón bien grande. 

Kyo jamás había sentido tanta rabia como esa vez. 

-¿Dónde están? -preguntó y su voz lúgubre hizo que el otro temblara de miedo, que dejara de jadear por el dolor y que clavara los ojos abiertos como platos sobre el suelo. Mierda, la habían cagado.

-Ahm... Yo... -intentó removerse sobre el suelo y al darse la vuelta, aún con el trasero pegado a la tarima, observó a su jefe desde abajó. Kyo imponía no solo por llevar un arma en la mano sino por su fría y vacía mirada, una que venía acompañada de una fea cicatriz que cruzaba uno de sus ojos -. Verás, Kyo, ellos...

El último baile [Takemichi & Mikey]Onde histórias criam vida. Descubra agora