Capitulo 23

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Su corazón iba a mil por hora y sus manos apretaban el volante con tanta fuerza que casi no las sentía y creía que llegarían a fusionarse en ese material.

Últimamente Takemichi era incapaz de dejar de sentir pura y desenfrenada adrenalina.

No había recorrido ni diez minutos y Mikey se había abalanzado desde el asiento trasero al de copiloto en un arranque de impaciencia. Takemichi le miró un segundo asustado pero enseguida volvió a dirigir la vista a la oscura y estrecha carretera.

-¡¿Qué haces?! He dicho que te pongas el cinturón, jamás dije que confiara al cien por cien en mis aptitudes al volante -soltó una risa irónica y algo forzada, sin embargo, en lugar de obedecer Mikey se inclinó hacia delante tras abrir la guantera y rebuscar en el fondo algo que Takemichi desconocía. Empezó a dar golpes con un destornillador que había encontrado en el propio compartimento. Takemichi le miraba con el ceño fruncido cada cierto tiempo, dando pequeños volantazos que les hacía continuar en la carretera -, por dios Mikey, ¿Me estás escuchando? -desde su posición solo podía ver su trasero pues la postura del chico era bastante extraña.

-Cállate -gruñó y Takemichi enmudeció al instante.

Unos segundos más tarde y cinco golpes fuertes más Mikey terminó sentándose de una sacudida sobre el asiento. Soltó un pesado suspiro y en su mano había un pequeño aparatito negro con una luz azul. Abrió la ventanilla del coche y sin pensarlo lo lanzó fuera junto al destornillador que había usado para sacarlo. Sería un bonito regalo para sus hermanos.

-¿Qué era eso? -inquirió con sincera curiosidad mientras su pareja volvía a subir la ventanilla y se ponía el cinturón para su gran alivio. Mikey le miró con una pequeña sonrisa de superioridad.

-Un localizador.

-¿Ah? ¿Cómo sabías dónde estaba? -Manjiro rodó los ojos.

-No preguntes. Mis hermanos son líderes de una mafia, es obvio que me conozco trucos -a Takemichi no le quedó más remedio que asentir y continuar prestándole atención a la carretera. Miraba por los espejitos retrovisores cada cierto tiempo con temor de ver de repente los vehículos de Bonten perseguirles. Ya no tenía tan claro si le dejarían vivo o, por lo menos, conservar todas las partes de su cuerpo intactas. Se habían escapado y la realidad es que él había tomado la iniciativa -. Desvíate por esa carretera -Mikey señaló una de las salidas que los volvían a desviar hacia el sur y que indicaba la cercanía de una ciudad a solo treinta kilómetros. Takemichi obedeció y en seguida pusieron rumbo a ese nuevo destino desconocido. Iba más rápido de la velocidad límite permitida pero sin necesidad de destacar demasiado. Aún necesitaban alejarse más para que no les atraparan inesperadamente -. Conduces bien -miró a Mikey para recibir una pequeña y cálida sonrisa que él correspondió sin pensarlo. Había echado de menos ese gesto tan bonito.

-Gracias, le voy pillando el truco.

-Pero la próxima vez deja que yo lo haga, he tenido miedo -bromeó sacándole una pequeña risita a su pareja. Ambos volvieron a prestarle atención a la carretera y hubo un silencio de unos minutos. Takemichi le miró de reojo y captó el perfil de Manjiro algo más apagado que antes. Jugaba nervioso con sus dedos sobre sus muslos, ansioso, y daba pequeños mordisquitos a su labio inferior.

No sabía cómo abordar el tema pero sabía que tendría que hacerlo de un modo u otro.

-Oye... ¿Qué tal estás? -preguntó cautelosamente. Manjiro le miró un momento para justo después volver a bajar la mirada hacia sus muslos y suspirar.

-Bueno...

-Quería pedirte disculpas -soltó de repente y solo así Mikey volvió a mirarle con sincera curiosidad. Takemichi apretó los labios algo decepcionado consigo mismo. Llevaba estándolo desde hace días, obviamente, y ahora tenía que enfrentar ese sentimiento con la persona que tenía al lado.

El último baile [Takemichi & Mikey]Where stories live. Discover now