8: Freys y Mortem [+18]

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Poison

Aaron Ibrahim Jesper tenía una sesión de perfilado de su dentadura esa mañana, pero las circunstancias indicaban que no podría asistir, pues despertó atado a una silla en una de sus habitaciones a oscuras exceptuando la linterna de un celular.

Le dolía hasta el coxis, lo que no era para menos, pues estaba sentado con las manos atadas a la pata de una cama.

La linterna alumbraba en dirección a una única silla a mitad del cuarto. Poison estaba sentada en ella. Sus pies en punta a pesar de que iba en tacones, sus piernas abiertas para dejar espacio en el borde de la silla para sus manos, con las que se apoyaba para inclinarse hacia adelante, mirando fijo a Aaron.

—Poison... ¿Me drogaste? —preguntó Aaron indignado.

—Estás aislado, amarrado y a oscuras con una asesina entrenada, ¿y te preocupa la droga?

—¿Preocupar? —bufó él—. Me indigna que pienses que tenías que drogarme para hacer todo esto.

Poison puso los ojos en blanco.

—Estoy tratando de intimidarte, Aaron, colabora.

El chico reaccionó con una sonrisa que evocaba las ilustraciones del Joker.

—Mientras tengas las piernas abiertas...

Poison dio una patada al aire que lanzó su tacón volando hasta Aaron. Como el vampiro estaba atado, apenas pudo voltear para que el golpe no le diera en la cara sino en la cabeza.

Poison se quitó su otro tacón y, luego de bajarse de la silla, caminó hasta quedar frente a Aaron, donde se puso a gachas.

—Aaron, bebé... —Le agarró la cara y aunque sus dedos eran gentiles, las puntas de sus uñas se hundían en su piel—. Hay al menos un millón de personas disponibles por país para que tú, cariño mío, hagas lo que te de la gana con ellas. Y apuesto, y mira que no suelo apostar, a que al menos el noventa por ciento de ese millón por país estarían encantados de que te los comas. En el sentido que quieras.

Aaron resopló.

—Ya sé por dónde va esto y no me está gustando.

Ante eso Poison le soltó una bofetada sin previo aviso.

—¿Estás centrado ya, bebé? —le preguntó ella mientras Aaron movía la mandíbula para recuperarse del golpe.

Él volteó a verla, sus ojos brillando en la anticipación de su travesura, y le dijo:

—Todavía no, pero empiezo a fantasea...

Poison le volvió a pegar, pero entonces en la otra mejilla.

—De acuerdo, ya empiezo a enfocarme —cedió él.

—Deja a Azrel tranquilo, ¿okay? Tu padre dirige un club porno, puedes coger literalmente con quien quieras, deja mi griego en paz.

Aaron sonrió con inocencia.

—¿Pero yo qué estoy haciendo?

—Eso aplícalo con alguien que no te conozca, engendro del mal.

—Amarra a tu perro, entonces. Yo solo lo persigo hasta donde llegue la correa.

Poison se llevó los dedos al entrecejo. Discutir con Aaron le hacía querer beberse una jarra completa de cianuro para el estrés.

—¿Tú no estabas partido por el ruso ese? —inquirió ella.

—Por desgracia todavía no me parte. Y una cosa no tiene nada que ver con la otra. Con Axer me voy encadenado hasta el altar si es posible, pero no por eso le voy a negar un polvo a un Frey. Yo tengo principios.

Nerd 3: rey del tablero [+18]Where stories live. Discover now