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—Oh, Bright llegaste.—habló con un tono de sorpresa Suppasit.
—S-S-Sí...—respondió tembloroso, con una expresión indescifrable, subió velozmente las escaleras.
—¿No es muy temprano para que estés aquí?..¿uh?, se fue.
El azabache buscó entre sus cajones las nuevas píldoras que había comprado. Las necesitaba, estaba furioso, las venas sobresalían en sus musculosos brazos. Requería cuanto antes calmarse a él, que su lobo durmiera y no despertara. Mientras que el mencionado hacía todo lo posible porque no se las tomara.
—Te voy a mandar a dormir.
—¡No me hibernes de nuevo!
—Y-Ya estuviste mucho tiempo despierto, h-has hecho de mi vida un c-caos, no e-entiendes todo lo que me h-haces pasar.
—No, tú no lo entiendes, este no eres tú, solo quiero que des cuenta.—musitó su lobo.
—Q-Quiero estar cerca de mi omega, s-siempre b-buscas hacerle d-daño.—comentó Bright.
—No es verdad.—contradijo.
—S-Si no me voy d-del lugar eras capaz d-de matar a Gun.—aseguró.
—El olor de ese omega era asqueroso, lo peor fue que nos besó.—aclaró.
—Yo t-también m-me asqueé, p-pero t-tampoco voy a a-atacarlo.
—Eres muy inocente, Atthapphan no tenía buenas intenciones.—dijo su lobo furioso.
—¿Cómo lo sabes?
—Se nota que no sabes ni un bledo, me pregunto que pasó con el Bright de antes.
—N-No e-e-entiendo.
—Si tan solo recordara lo que sucedió en aquel manicomio.
—¿M-Manicomio?
—Olvídalo, s-sí quieres dormirme hazlo.
Aunque el alfa se sorprendió por el cambio repentino de su lobo, aceptó tomándose la pastilla. Al instante su lobo calló en un sueño profundo.
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