Capítulo 10

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Liv se miró en el espejo anonadada con lo que veía

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Liv se miró en el espejo anonadada con lo que veía.

Dos días antes, James le había enviado un gran paquete en el que había encontrado un vestido rojo carmín que le calzaba como un guante y unos zapatos negros no podían haberle quedado mejor.

Todo parecía estar hecho a su medida y ella estaba fascinada.

Cece la había peinado y dejado su cabello suelto cayéndole por los hombros.

Por una vez, se sentía realmente hermosa.

El reloj marcó las siete, y dos minutos después, el timbre de su puerta sonó. Liv ya estaba preparada en el vestíbulo de su casa para abrir antes de que su padre apareciera. Casi no había hablado con él en toda la semana a pesar de los intentos de Cooper por hacer las paces.

Cuando la puerta se abrió, James se quedó congelado. Frente a él estaba la mujer más bella que hubiese visto en toda su vida. Ella le sonreía nerviosa, pero eso no afectaba en nada a su encanto y frescura.

Porque así era Liv, preciosa y encantadora por naturaleza.

—Hola, James —saludó saliendo de la casa.

Él la detuvo antes de que cerrara la puerta y la sujetó por una mano llevándosela a los labios.

—Eres hermosa, Olivia —dijo mirándola directamente a los ojos—. Y esta noche estás deslumbrante.

—Gracias —respondió tragando saliva, intimidada por la penetrante mirada que estaba recibiendo— Tú también estas muy guapo. ¿Vamos? Quiero evitar que mi padre te intercepte antes de que nos vayamos.

—En realidad, esperaba poder saludarlo.

Los ojos de la chica se abrieron de par en par.

—La fiesta aún no empezó y ya estás ebrio James, esa es la única explicación que tengo para lo que acabas de decir. Mi padre te odia y si te ve aquí, te matará. Vámonos ya.

—Tus deseos son órdenes para mí —sonrió entre divertido y preocupado—. Pero no puedes impedirme para siempre que lo vea. Si queremos llegar a un acuerdo, vas a tener que dejar que hable con él alguna vez, hay que empezar por algún lado.

—Sí, lo haremos, pero no hoy. Esta noche tenemos que enfrentar a tus padres, es más que suficiente para mí.

—Sí... están muy intrigados por mi cita misteriosa. No pueden esperar a verte.

—¿Nadie lo sabe?

—Solo Fred y Jules.

—¿Cómo crees que van a tomárselo? Tu madre no me querrá allí, James.

—Sabrá que si tú te vas, también lo haré yo. Pero no te separes de mí, quiero que sea una linda noche para ambos, me aseguraré de que nadie te moleste, lo prometo.

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