Capítulo 11

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—James —siseó Alice con su perfecto rostro volviéndose de color rojo—

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—James —siseó Alice con su perfecto rostro volviéndose de color rojo—. Hay un montón de personas allí abajo esperando para saludarte y darte la bienvenida.

James mantuvo la compostura.

—Samantha acaba de volcar toda su bebida en mi camisa —comentó sin darle el gusto de alejar a Liv de él. La mantuvo a su lado, envolviendo su cintura con un solo brazo—. Estaré abajo en un momento, mamá. Solo dame un segundo para cambiarme.

—Deberías haber subido solo, no debes permitir que circulen rumores, James. Olivia puede decirte lo que hacen los chismes... sobre todo si son ciertos.

James respiró hondo ante el claro ataque de su madre hacia Liv. Ella se mantuvo imperturbable, con la espalda recta y la cabeza erguida.

Con un impuso prácticamente instintivo y los ojos clavados en la señora Johnson, James besó a Liv en la sien.

—Déjalos que hablen, mamá.

Alice Johnson se quedó perpleja y lo contempló sin parpadear por varios segundos antes de dar media vuelta sin mediar palabra y salir de la habitación.

James soltó un suspiro cuando se quedaron a solas y negó con la cabeza mientras cerraba los ojos.

—Lo siento —murmuró entre dientes—. Esto no volverá a suceder, hablaré con mi madre sobre su actitud hacia ti.

Liv, todavía aturdida por el beso que le había dado James, parpadeó mientras lo miraba.

—No me sorprende, me trató tal cual lo esperaba —compuso encogiendo un hombro.

Él la miró muy serio y se giró sobre sus pies para alejarse de ella en dirección a lo que parecía ser un vestidor.

—Bueno, algunas cosas tienen que cambiar... Van a cambiar —aseguró sacando una nueva camisa y colocándosela rápidamente.

Terminó de arreglarse volviendo a ponerse la corbata y el saco, y estiró una mano hacia ella.

—De momento vamos a olvidarnos de esto. Aún te debo un trago, ¿bajamos?

—Sí —asintió Olivia. Esbozó una sonrisa y aceptó la mano que le ofrecía, la cual después de unos pasos, James terminó colocando en el hueco de su codo porque bajar tomados de la mano sería demasiado escandaloso para esa noche.


Liv miró con desconfianza la copa de champagne que le entregó James.

—Como Gardiner que soy, tendría que pensarlo mejor antes de beber el primer trago —bromeó mirándolo de soslayo—. ¿Crees que puedan haberlo envenenado?

James alzó una ceja y sonrió.

—Tal vez debería probarlo yo primero —respondió y extendió una mano para que le entregara su copa—. Te di mi palabra, dije que cuidaría de ti.

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