Capítulo 39

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Emilie huyó de Samantha en cuanto pudo

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Emilie huyó de Samantha en cuanto pudo. Para variar, su amiga cargaba con un humor terrible luego de ver a James y a Olivia brillando juntos y ella no tenía ánimos para soportarla.

Caminó sola y saludó solo a unos pocos, intentando no intercambiar miradas con el resto para no tener que detenerse. Quería encontrar a Trevor para hacerse compañía el uno al otro, requería su apoyo si tenía que permanecer allí mucho tiempo más y creía que él también la necesitaba a ella.

Pero antes de encontrarlo a su primo, cometió el tonto error de girarse hacia una voz conocida y se encontró con Robin y Ruby a escasos metros de distancia.

Esa conocida sensación de desprecio y enojo le encendió el pecho, detestaba a esa mujer mucho más que antes y aunque misteriosamente no había pensando mucho en ella porque a su mente la atormentaba otra persona, cada vez que la veía u oía hablar de ella, sentía una fuerte necesidad de tomar represalias por lo que la había hecho pasar.

Quiso girarse de nuevo para evitar el contacto, pero Robin la vio antes y la detuvo.

—¡Emilie! —saludó él, provocando que Ruby también la mirara aunque con una expresión muy distinta a la de su esposo.

—Robin —pronunció ella con resignación y dibujó su mejor sonrisa.

Este último se acercó tomado de la mano de la pelirroja, a quien no le quedó otra opción que seguirlo.

—Bonita fiesta ¿eh? —comentó Robin con una expresión despreocupada—. Honestamente, estaba preocupado por lo que podría ocurrir, pero parece que todo va de maravilla. Hasta hemos visto a tus padres y los Austin recibiendo a los invitados juntos.

Em sintió que un escalofrío le recorría la columna.

—¿Mi madre y Anne juntas? —preguntó mirando a sus alrededores pero no logró localizarlos.

Robin dejó escapar una risita.

—Sí, y también los hombres. Aunque no vi a mi suegro, pero por como van las cosas de bien, no me extrañaría que alguien logre convencerlo.

—No sé qué tan buena es esa idea — comentó alguien por detrás de Emilie y ella reconoció la voz de Marcus de inmediato. Sintió que se detenía junto a ella, pero se negó a mirarlo—. Que mi tío haya aceptado esto, no quiere decir que le agrade. No presionemos tanto las cosas o van a terminar por explotar.

—Quizás deberían —murmuró Ruby, ácida, y Marcus le dirigió una sonrisa torcida.

—¿Estás segura de que quieres que eso ocurra? —replicó desafiante.

El aire alrededor de los cuatro pasó de agradablemente templado a frío helado.

—¿Qué ocurre entre ustedes? —preguntó Robin con un suspiro—. ¿Hay algo que yo no sepa?

Marcus mantuvo los ojos fijos en su prima y luego de un minuto, fue ella quien se giró hacia su marido y colocó una mano en su brazo.

—Nada, cariño. Tonterías.

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