Capítulo 22

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James estaba sentado en un taburete observando a Liv terminar de decorar un pastel de cerezas de tamaño que él solo podía definir como gigante

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James estaba sentado en un taburete observando a Liv terminar de decorar un pastel de cerezas de tamaño que él solo podía definir como gigante.

Era su último día en el pueblo antes de partir a la ciudad para resolver asuntos de trabajo relacionados a la empresa de su padre. Pretendía pasar tanto tiempo con ella como les fuera posible para compensar la semana que estaría fuera.

Contempló a Liv que se veía adorable, concentrada como estaba con los ojos entrecerrados y la respiración pausada y silenciosa, algo que se interrumpió cuando sonó la campanilla de la puerta y a eso le siguió el sonido de unos tacones chocando contra el suelo a cada paso.

—Oh, no —susurró soltando un largo suspiro.

—¿Qué ocurre? —preguntó James, poniéndose de pie para aprovechar ese momento libre y abrazarla desde atrás rozándole el cuello con la punta de la nariz—. ¿Has acabado?

—Ya casi, pero mi hermana ha llegado.

Cuando James se giró hacia la puerta porque el sonido de los pasos estaba cada vez más cerca, Ruby ya estaba bajo el umbral.

Él sonrió enseguida a modo de bienvenida, pero la pelirroja se quedó estática, sorprendida por encontrarlo allí.

—Ruby —compuso Liv fabricando una sonrisa tensa.

—Olivia —contestó la mayor con una mirada tan glacial como su voz.

—Ruby, qué bueno verte —agregó el muchacho soltando a Liv para acercarse a su hermana con aire despreocupado—. Estás radiante, como siempre.

—¿Qué haces tú aquí? —contestó ella con sequedad—. ¿No te aburres de molestar a mi hermana o es que no tienes nada mejor para hacer?

—Ruby, no empieces, por favor —la regañó Olivia.

James cambió su actitud alegre y su mirada se volvió fría.

—Si creyera que estoy molestando a tu hermana, no estaría aquí —espetó y Liv apretó los labios porque sabía que con esa respuesta y esa actitud solo lograría que Ruby se exaltara todavía más, aunque se enorgullecía de él por responderle como se merecía—. ¿Qué puedo hacer para que comprendas que me importa Olivia y que no pretendo hacerle daño?

—Alejarte de ella —replicó Ruby.

Jamie alzó una ceja.

—Lo siento, pero eso es lo único que no va a ocurrir, Ruby.

Ella lo miró con asco y negó con la cabeza mientras volvía a hablar pero dirigiéndose solamente a su hermana menor.

—Este espectáculo ridículo se va a acabar ¿sabes? Está en tu poder ser más inteligente y no dejar que otro Johnson idiota se rompa el corazón —farfulló y sin más, se giró y se marchó por el mismo lugar por el que había entrado.

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