Capítulo 33

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Cece dejó la pastelería a mitad de la mañana para cumplir con lo que le había prometido a Liv

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Cece dejó la pastelería a mitad de la mañana para cumplir con lo que le había prometido a Liv. Golpeó la puerta de la habitación con una sensación extraña invadiéndole el pecho y entró cuando Fred le indicó que pasara alzando la voz.

Por fortuna, o quizás por desgracia, se encontraba solo en el cuarto.

Sorprendido, él se quedó sin pestañear sin desprender sus ojos de la recién llegada.

—Debo estar alucinando —murmuró con una media sonrisa—. ¿A qué debo semejante honor, Cece? ¿O es que alguno de los Gardiner te ha enviado a acabar conmigo aprovechando que estoy convaleciente?

La rubia soltó un suspiro negando con la cabeza.

—Cierra la boca, Fredric.

—¿Qué estás haciendo aquí entonces? —preguntó divertido y la interrumpió antes de que ella pudiera contestar—. Si vienes por más de lo que tuvimos esa noche en el club, con toda la pena del mundo, hoy voy a tener que rechazarte, no estoy en mis mejores condiciones.

Cece se puso pálida y miró hacia todos lados como si quisiera asegurarse de que nadie lo había oído.

—Parece que el golpe que te dieron no te quitó lo idiota —masculló acercándose a la cama—. Quedamos en que jamás mencionaríamos ese asunto. ¿Se te olvidó?

—Nada de lo que ocurrió esa noche se me va a borrar de la mente jamás —musitó Fred viéndola directamente a los ojos—. ¿Y a tí?

—Ya lo ha hecho —murmuró restándole importancia y le dio el paquete que había llevado con ella—. Esto es de parte de Liv, no pudo venir a entregártelo ella misma.

—Eres una mentirosa —continuó diciendo él y tomó la caja pero no la miró ni por un instante.

Cece continuó jugando su papel de ignorante.

—¿No sabías que ella y James se marcharon a la ciudad? Lo tenían planeado hace días.

—No estoy hablando de ellos y lo sabes —replicó Fredric con tono seductor.

Ella lo miró con una expresión que si él la estaba interpretando correctamente, significaba que estaba tratando de reprimir su enojo y ser cordial.

Fred, a quien le encantaría verla explotar para alegrar su día, permaneció en silencio y continuó viéndola de esa forma que sabía que tanto le molestaba esperando su reacción.

Pero ella, más inteligente, no le dio el gusto y terminó la conversación de manera brusca.

—Le daré las gracias a Olivia de tu parte —sentenció y dio media vuelta en dirección a la puerta—. Adiós, Johnson.

***

Esa misma mañana, Liv se despertó con un dolor de cabeza terrible. Había dormido muy mal, sin poder dejar de pensar en todo lo que se había enterado el día anterior y en darle vueltas al asunto de su tía y el padre de James.

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