Capítulo 47

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A Emilie le quedó claro que la madre de Marcus era una persona completamente distinta a la suya cuando esta apareció en la casa de su hijo solo para ver cómo se sentía y la invitó a salir a pasear con ella en una forma de impulsarla a salir de la ...

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A Emilie le quedó claro que la madre de Marcus era una persona completamente distinta a la suya cuando esta apareció en la casa de su hijo solo para ver cómo se sentía y la invitó a salir a pasear con ella en una forma de impulsarla a salir de la cama y de la casa.

Luego de la visita de su hermana la tarde anterior, Emilie se había vuelto a refugiar en la cama de Marcus. No tenía ganas de comer, ni de salir y a la vez, tampoco podía dormir.

La preocupación de Anne la conmovió y aceptó dar un paseo con ella, se bañó y se puso la ropa que Juliet le había llevado antes.

Caminaron las dos por las veredas del pueblo, donde se ganaron algunas miradas curiosas de aquellos vecinos que no terminaban de acostumbrarse a ver juntos a dos miembros de sus familias en una situación que no implicase violencia.

No conversaron demasiado, pero cuando estuvieron a pocos metros de la pastelería de Liv, la señora Austin propuso entrar a comprar un pastelito y Emilie no pudo negarse a pesar de que ni siquiera una delicia dulce le abría el apetito.

—¿Esa es mi hermana? —susurró cuando, al apenas entrar al local, oyó la inconfundible voz de Juliet que no sonaba nada tranquila.

Anne arrugó la frente y caminó por detrás del mostrador para investigar qué estaba ocurriendo. Em la siguió con un suspiro, lo último que necesitaba era otra pelea entre los Gardiner y los Johnson, aunque a pesar de todo, le daba curiosidad saber con quién estaba discutiendo su hermana allí porque ni siquiera podía imaginarlo.

Cuando entraron en la cocina, su aparición provocó un instante de silencio entre quienes estaban presentes, deteniendo la discusión.

Keaton abrió los ojos de par en par al verlas allí.

—Mamá... Este no es un buen momento —fue lo primero que atinó a decir.

Liv, que también estaba presente junto a Juliet y Cece, estuvo a punto de abrir la boca, probablemente para respaldarlo, pero la mujer se le adelantó.

—¿Qué está pasando aquí? —inquirió muy seria.

Juliet, que tenía a Cece aprisionada contra la pared con las dos manos en los hombros de la chica para mantenerla allí, no se amilanó ante el silencio del resto y continuó con una mirada furiosa en su presa.

Emilie se abrió paso hasta ellas pero no hizo nada para separarlas.

—¿Qué rayos se supone que estás haciendo ahora?—le preguntó a su hermana con voz impasible.

—Cece y yo estamos teniendo una conversación —replicó sin mirarla—. Y me parece perfecto que hayan llegado ustedes también, mientras más personas escuchen lo que tiene para decir, mejor.

La rubia hizo una mueca y miró al resto en busca de una explicación.

Olivia estaba apartada, apoyada contra la mesada, observándolos con los ojos abiertos de par en par. El primer pensamiento de Emilie fue que estaba asustada por la actitud de su hermana, que tenía ese efecto en las personas que no la conocían tan bien como ella.

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