Capítulo 14

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Después de un día entero sin verla, James no pudo esperar más y decidió visitar la pastelería de Olivia antes de marcharse a trabajar a la plantación de su familia

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Después de un día entero sin verla, James no pudo esperar más y decidió visitar la pastelería de Olivia antes de marcharse a trabajar a la plantación de su familia.

Era muy temprano por la mañana, pero ya había dos clientes cuando entró en el local. Cece atendía a uno de ellos mientras que una señora mayor hacía lo mismo con el segundo.

La rubia lo vio enseguida y lo saludó con una sonrisa cómplice. Se colocó un dedo en los labios, pidiéndole que haga silencio y le señaló una puerta que daba hacia la parte trasera de la pastelería, invitándolo a entrar.

Sin dudarlo, le hizo caso y se acercó hasta allí siendo lo más sigiloso posible.

Se apoyó en el umbral de la puerta, y se dedicó a observarla moverse con comodidad creyendo que nadie la veía. Estaba embelesado con esa mujer que se había adentrado en su piel sin ni siquiera intentarlo.

Olivia se giró hacia él mientras tarareaba una canción y ahogó un grito al verlo bloqueando la puerta de salida.

—Casi me matas de un susto —jadeó con una mano en el pecho—. ¿Hace cuánto que estás aquí?

—Un rato —dijo James con toda tranquilidad y una sonrisa divertida instalada en su rostro—. Estabas tan concentrada que me pareció un delito interrumpirte.

Ella abrió los ojos como plato. Abrió y cerró la boca dos veces antes de poder articular palabra.

—¿Qué estás haciendo aquí? —preguntó cambiando de tema.

—Pasé a saludarte, tenía ganas de verte.

—Oh —dejó escapar ella curvando los labios.

James se sintió complacido con la expresión en su rostro, esa sonrisa parecía demostrar que ella también se alegraba de verlo.

—¡Oh! —agregó Liv alzando la voz como si acabara de recordar algo—. Tengo algo muy importante que contarte, James. ¿Has traído el coche? Necesitamos hablar en privado.

Rápidamente se quitó el delantal y lo tomó por el brazo para sacarlo de la cocina sin aguardar una respuesta. Se despidió de Cece con una mano y lo llevó fuera del local en un parpadeo.

Él no se opuso, encantado de tener la oportunidad de pasar tiempo a solas con ella. Ni siquiera preguntó a dónde necesitaba que la llevara, solo le abrió la puerta de su coche y la invitó a entrar en silencio.

Liv se hizo un ovillo en el asiento, había estado tan emocionada y apurada por encontrar privacidad con James para contarle sus sospechas, que se había olvidado por completo de tomar el abrigo.

—Es usted incorregible, señorita Gardiner —acotó James quitándose su propio abrigo para colocarlo sobre sus hombros y encendiendo la calefacción del coche al máximo.

James detuvo el auto en el camino que unía las plantaciones de ambas familias, pero ninguno de los dos amagó con salir del coche, allí estaban más cómodos y en el exterior el frio era espantoso.

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