I🔸𝕰𝖙𝖊́𝖗𝖊𝖔

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…Él no necesitaba detenerse y mirara a sus víctimas, pronto sería el rey o líder de su tribu como le decían los otros reyes de manera ofensiva a sus extensas y poderosas tierras con guerreros sin escrúpulos igual que él

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…Él no necesitaba detenerse y mirara a sus víctimas, pronto sería el rey o líder de su tribu como le decían los otros reyes de manera ofensiva a sus extensas y poderosas tierras con guerreros sin escrúpulos igual que él. Por lo que sabía que gracias a esto su reino era temido, conocido por todos como la tierra maldecida por los demonios del infierno y los dioses del antiguo mundo. Su padre siempre aseguraba que tras un rostro temerario y serio siempre se escondía un ser de buen corazón. A diferencia de esto, el chamán o hechicero del reino y su segundo maestro, profesaba que ese supuesto gran corazón daría inicio a la nueva generación de la maldición que acechaba a su familia. Pero Garath aún era incapaz de comprender a lo que este se refería.

Caminaba una vez más por lo que anteriormente había sido una ciudad, le gustaba contemplar edificios de pasto extendido sobre las ruinas de lo que alguna vez fueron imponentes edificios que solo se volvieron escombros en aquella guerra sangrienta. La mayoría de las veces el motivo de sus viajes era eliminar una que otra escoria humana de las que quedaban escondidas en algunos lugares.

— Ellos se lo buscaron –susurró para sí mismo justo antes de escuchar un llanto proveniente de entre la niebla mañanera bajo un puente.

Caminó a paso veloz hasta allá solo para encontrarse con uno de los actos más desagradables que caracterizaban a los humanos. Un maldito andrajoso tratando de sobrepasarse con una pequeña de apenas unos 6 o 7 años, una muy sucia y de cabellos rojos como la sangre. Jamás había visto algo así, pero su primer instinto fue levantar con una de sus manos al hombre andrajoso que al sentir su presencia comenzó a gritar desesperado, hasta que Garath rompió su cuello sin dificultad alguna. No pensó siquiera en la presencia de la pequeña para cometer aquel acto sin remordimientos. La niña solo observaba la altura de su salvador hasta que corrió con sus pequeños pies hasta agarrarse a una de las botas de Garath. Era una niña de pocas palabras, puesto que no sabía hablar muy bien debido a su crianza, parecía lo suficientemente inteligente para distinguir entre una persona buena y una mala.

— Sal de mi bota pequeña, regresa con tu familia –Demandó Garath, pero al pronunciar la palabra “familia”, la pequeña comenzó a llorar desconsolada irritando al hombre, quien respiró hondo y agarró a la niña con ambas manos por debajo de sus pequeños bracitos, levantándola a la altura de su rostro pero lo más lejos de él que sus brazos le permitieran– Eres muy liviana– la movió con facilidad y la pequeña paró de llorar y solo secaba sus ojitos mientras él pensaba que tenía algo tan frágil en sus manos que podría destruir sin la mitad de la fuerza utilizada en su última víctima. La pequeña estiró sus manitas hacia él, no supo como reaccionar o qué quería la humana pero aún así la acercó a él y esta lo abrazó sin más. Ella se aferró a él dejándolo un poco confundido, no conocía esa clase de sentimientos, si es que en alguien como él aún existían sentimientos.

No dejó de cargarla, y la llevó sobre su caballo hasta encontrar un lago apropiado  y la vio correr hacia la orilla, sonreír por cualquier motivo y chapotear en las aguas. Y por alguna razón el disfrutaba verla feliz, sentía paz, una paz que hacía mucho no sentía. Sonrió sin darse cuenta al verla caer de manera juguetona, puede que fuera la primera vez que lo hacía espontáneamente sin beber Corel. Con esa energía positiva que ella le aportaba, pescó para ella, la alimentó, hizo una fogata y la acurrucó frente a ella cerca de su semental, para que se mantuviera en confort mientras él iba por un poco de leña para alimentar el fuego.

Ámbar {La maldición del guerrero híbrido} 🔹EDICIÓN Y CORRECCIÓN🔹Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon