XI🔸"¿Pluma de fénix?"

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Garath la miró de pies a cabeza, arrugó las cejas en señal de confusión por lo que sus ojos veían. Una humana queriendo vestir hombre. Sabía perfectamente que en su mundo sí se estilaron alguna vez esa clase de cosas, aún así para estar viviendo en un mundo como este, era prácticamente una aberración. Bastante difícil había sio para las mujeres integrarse a las filas de los guerreros soldados, pero llegar al extremo de vestir como ellos sin ir a una guerra o un entrenamiento previo era demasiado escandaloso. Él lo sabía, pero la dejó. Volvió a extender su mano hacia ella y esta la aceptó con una sonrisa que se quedó grabada en la mente del soldado.
Estaba cerca, demasiado cerca del hombre que la había arrancado de su familia y la había hecho vivir un infierno en los pocos días que llevaba en el reino. Había pasado medio día y el sol estaba algo picante, por lo que Garath apresuró a su caballo haciéndolo correr tan rápido como el viento. Cruzaron las puertas y todos continuaban mirándolos, por unos minutos ella volvía a sentirse viva con el viento despeinado su cabello y refrescando su rostro. Sonreía, aunque Garath no podía ver su rostro, pero sentía lo que provocaba en su cuerpo la cercanía de una hermosa mujer aunque estuviera vestida con arapos. Seguía oliendo de maravilla y viéndose tan diminuta frente a él. Alargó más sus brazos a propósito rosando con sus antebrazos los de ella, entonces se puso nerviosa. Faltaban pocos metros para llegar al reino.

La respiración de la chica se tornó un poco pesada, Garath lo sintió y se apartó un poco. Se decía a sí mismo que debía de dejar esos malos pensamientos sobre una humana, porque ella era eso, nada podría cambiar la diferencia entre ambos. Su debate interno se esfumó al llegar entre la multitud, todos los miraban y algunos mostraban respeto hacia el líder, continuaron hasta la plaza, el lugar más transitado del reino. Bajó del caballo y miró a Ámbar nuevamente con una mirada fría. Ella entendió que si no bajaba por sí misma de ese caballo acabaría en el establo junto a él. Y así fue, de un salto calló casi de rodillas en el suelo, apasiguando los golpes con sus manos que al instante se tornaron coloradas.

- Gracias por su caballerosidad -ironizó mirando al salvaje y sacudiendo sus pantalones

- Eres una simple dara, no eres ni mi familia ni mi mujer -contestó él

- Y los dioses me salven de serlo -le contesta mirando fijo sus ojos con odio para luego mirar a su alrededor- ¿Dónde estamos? -preguntó

- Evidentemente en la plaza del reino -contesta desanimado- Donde todos compran y venden mercancía, y donde te informarás de la primera prueba -ella lo miró rápidamente con los ojos abiertos como platos- ¿Creías que no me enteraría?

- Creía que me lo prohibiría considerando su imponente ego, arrogancia y el machismo que se cargan los de su clase -alzó el mentón de forma altanera

- Subestimas mi manera de divertirme, jamás me perdería la oportunidad de ver esa altanería aplastada por los otros aspirantes que llevan años entrenando para este momento -confiesa sonriendo- Supongo que nadie te ha dado la pequeña información de que hombres y mujeres compiten al mismo tiempo, y juegan bastante sucio -su mirada se endurece y los nervios de Ámbar aumentan

- ¿Hombres y mujeres? -pregunta bajo- Creí que...

- ¿Qué creíste? -la interrumpe- ¿Qué habría un poco de consideración hacia las mujeres?, a ninguna mujer en esta tribu le falta protección y alimento, no tienen necesidad de luchar, sin embargo quieren tratar de ser heroínas y mrcar una diferencia estúpida -ella frunce el ceño

- Solo quieren ayudar, además, ¿cree que es bonito para ellas casarse o ser tomadas por hombres que no aman? -contraataca

- El amor en este mundo solo trae problemas, las personas ciegas y débiles se enamoran -acaricia la crin de su caballo- Enamorarse no es importante

Ámbar {La maldición del guerrero híbrido} 🔹EDICIÓN Y CORRECCIÓN🔹Where stories live. Discover now