IX🔸Sensibilidad

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Reyno Ácaron....4 días antes

Desconocidos:

— ¿Cuál es el plan?

— Escuché rumores de que celebrarán un baile

— Valla, los salvajes pretenden evolucionar, veo que mi hermano trata de encajar —ríe a carcajadas— Tráeme a la humana

— Ella es intocable, no permitiré que le haga daño

— Interesante, ¿Estás enamorado de ella? —le pregunta viendo como el baja la cabeza lentamente y mira al suelo unos segundos

— Es complicado —contesta

— Eso solo hace esta situación más divertida, trae a la humana y dentro de poco tendremos a mi hermano. El caerá en la trampa como un corderito —ríe causando la repugnancia de su compañero.

Reino Caster

Lila había traído a dos de sus amigas ninfas, ellas solo guardaban silencio al principio por temor a la humana pero poco después ya parloteaban sin cesar llevando a Ámbar al borde del colapso. Ella sabía que las ninfas eran seres perfectos físicamente, pero no sabía cómo ellas lograban conservar esa apariencia. Baños de pétalos, masajes en la piel, ojas por todo el cuerpo, peinados sencillos pero enredados. Se sentía peor que Antára cuando tenía que presentarse ante el pueblo arreglada en cualquier baile o celebración. Los recuerdos la pusieron nostálgica, pero las ninfas estaban ahí para hacerla reír. Se sentía bien a pesar de todo, sentía que tal vez... tenía amigas.

— ...ese señor era realmente un dolor de cabeza, la vez que me siguió por los pasillos dejé grasa en él y hasta los guardianes murieron de risa al verlo resbalar y atravesar el salón del trono por mi maldad —ríen a carcajadas ante las anécdotas de la pelirroja— Si, madre nunca se daba cuenta que yo era la responsable de sus accidentes

— Eso era muy cruel —comentó Bel, la chica de piel dorada que peinaba y recogía su cabello.

— ¿Era guapo? —pregunta Lila

— Bueno, supongo que no conozco un elfo que no lo sea —contesta Ámbar

— Quizás le gustabas —sonríe mientras habla Cira, la otra ninfa de cabellos negros que prepara su vestido

— Demasiado —afirma Ámbar haciendo muecas de desagrado

— ¿No tenías ningún enamorado? —Bel mira el reflejo de ella y nota la tristeza en su rostro.

— Hay un elfo, él y yo siempre nos veíamos y teníamos tantos planes... —Su mente regresa a aquellos recuerdos y hace una pausa. Mientras, Garath camina en dirección a apurar a la chica cuando se detiene un metro antes de la puerta por el sonido de las risitas, entonces se queda ahí. Hacía mucho no escuchaba el sonido de un momento de felicidad, ni jamás había escuchado reír a las musas. La risa de Ámbar le pareció tierna por unos momentos hasta que la musa le preguntó aquello— ...es la única persona que jamás me ha maltratado o temido por ser lo que soy saben, y no porque sea un elfo, es porque me ama —el rostro de Garath se transforma y la leve sonrisa que se había creado en el se convierte en esa aura de malicia.

— ¿Y tú lo amas? —pregunta Lila y Garath se tensa, el silencio no se hace esperar y al percibir que Ámbar va a contestar toca la puerta con fuerza sobresaltado a las chicas.

— Tienen cinco minutos para acabar de parlotear y bajar de una vez —habla con esa voz potente que asusta a todos, Ámbar suspira y solamente mira su reflejo.

Las preparaciones a su persona culminan, se pone el vestido y sale de la habitación junto a las ninfas y con las miradas de algunos guardias puestos en ella. Al llegar al punto de partida ve la enorme espalda de Garath con ese traje de seda que había visto antes. Completamente negro, con una manta de piel roja y blanca sobre sus hombros en señal de que es el rey. La espada que nunca deja y aquellos cinturones de cuero que todos llevan. Cuando el hombre se da la vuelta el sentido de sorpresa se nota en su rostro a pesar de mantenerlo totalmente serio. ¿Cuando no lo era?. Sin embargo, inspeccionó cada parte de la humana, desde su cabello perfectamente estirado, sus mejillas con rubor falso y sus pestañas más largas que de costumbre; más un vestido que descaradamente exponía un escote algo pronunciado, de un color blanco con detalles en plateado, no se le veían los pies pero suponía que llevaba zapatillas altas porque había crecido solo unos centímetros más. No le gustó ver sus manos cubiertas por guantes, creía que tenía unas muy bonitas y que ahora cuando tuviera que llevarla formalmente del brazo al entrar al salón solo sería el satín el que haría contacto con la piel de brazo y mano.

Ámbar {La maldición del guerrero híbrido} 🔹EDICIÓN Y CORRECCIÓN🔹Where stories live. Discover now