XVI🔸 Sentimientos Sempiternos

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El tiempo en la oscuridad transcurría demasiado despacio, y Ámbar no sabía que le incomodaba más, si la completa frialdad que rodeaba el lugar o el silencio sepulcral que había experimentado desde lo que probablemente fueron horas

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El tiempo en la oscuridad transcurría demasiado despacio, y Ámbar no sabía que le incomodaba más, si la completa frialdad que rodeaba el lugar o el silencio sepulcral que había experimentado desde lo que probablemente fueron horas. Estaba apartada de todos, pero el ambiente parecía sospechosamente tranquilo para los sucesos ocurridos la noche anterior. Se sentía desconcertada, confundida y enojada por haber sido tratada de esa manera sin un motivo razonable a su opinión.

Fue entonces cuando el sonido de unos pasos se hicieron presentes en el escalofriante lugar. Ámbar permanecía en una esquina del lugar formando un ovillo con su cuerpo. Sentía nervios de solo tener que observar al sujeto parado frente a su celda. Pues era, nada más y nada menos que el hombre que trató de ayudarla anteriormente en algún momento, Alkimes.

- ¿Qué hace aquí? -preguntó la pelirroja de manera hostil, pues ya no estaba segura si las intenciones de aquel hombre eran buenas o malas.

- Buenos días para ti también -contestó de forma sarcástica ladeando una sonrisa de maldad que la cual fue remplazada por una total seriedad que ensombrecía el ambiente y le provocaba escalofríos a la chica.

- ¿No eres Alkimes, verdad? -preguntó ella poniéndose de pie y manteniéndose quieta- ¿Entonces quien eres? -volvió a preguntar ante el silencio de su acompañante y la falta de respuestas. Lo observaba detenidamente, vestía como Alkimes, se veía como Alkimes, pero su mirada...había algo diferente en esos ojos grises que ahora la miraban de una forma aterradoramente diferente.

- Si respondiera esas preguntas tendría que matarte -soltó sin más y ella se tensó- Y tú no quieres morir, ¿verdad? -la observó de pies a cabeza.

Ella negó con rapidez, no estaba en condiciones de ponerse rebelde con un demente farsante en una celda de un calabozo oscuro. Podía pensar en muchas maneras de morir, sin embargo esa no era una de ellas. Su cuerpo temperamental se iba incomodando ante el extraño, podía ser temor, inseguridad o solo inquietud. Y él lo sentía, lo olía pero era incapaz de ver su alma. Por lo general, en momentos de vulnerabilidad de las personas o criaturas, podía ver y sentir su alma de tal manera que el principio y fin de su existencia quedaba plasmado en su conciencia.

Pero con ella, no sabía de ella, ni como fue su nacimiento, ni como moriría en un futuro, no sentía su alma. Era como estar ante uno de sus semejantes, pero sería imposible. Ella era una simple humana sin nada en especial más que unos bonitos ojos y una estatura adorable. Pensar en todo eso lo desesperaba y lo irritaba. Las excepciones no eran parte de sus planes, pero tenía todos los pensamientos del verdadero Alkimes; su rostro, su sonrisa, escenas que había guardado en un baúl mental para que no cambiara su manera repulsiva de pensar y mucho menos sus planes.

- ¿Sabes al menos por qué estás aquí? -le preguntó el viendo como jugaba con su collar nerviosa y lo observaba fijamente, admiraba su valentía y esa aura desafiante que cargaba a todos lados, como si quisiera ser la presa en todo momento. Y a él no le molestaba cazar.

Ámbar {La maldición del guerrero híbrido} 🔹EDICIÓN Y CORRECCIÓN🔹Where stories live. Discover now